CALENDARIO 2026: IDENTIDAD SAHARAUI

Estas ilustraciones pretenden reivindicar el derecho a la identidad que lleva implícita...

ENTRE DOS ESPERAS

¿Dónde lo he leído?   “En el mar de arena no se abandona a nadie”. Tampoco en la hamada....

24 DE OCTUBRE: DÍA LAS BIBLIOTECAS

Un año más llega el 24 de octubre, el Día de las Bibliotecas. Es importante que dediquemos un...

LA HAMADA ES UN ORGANISMO DURO

La hamada es un organismo duro. Un cuerpo de arena, piedras y rocas. Sin adornos. A veces, aunque...

Archivo de mayo, 2020

IN MEMORIAM 0

IN MEMORIAM

El 30 de mayo de 2016 fallecía el líder histórico del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz. Hoy, cuatro años después y a pesar del estado de alarma decretado por la pandemia de coronavirus, las autoridades saharauis autorizaron la congregación de decenas de personas que han homenajeado con su presencia a quien fuera su presidente. Los actos principales tuvieron lugar en el Ministerio de Cultura y el campamento de Bojador.

Mohamed Abdelaziz participó en la fundación del Frente Polisario y después de la muerte de El-Ouali Mustapha Sayed, se convirtió en 1976 en el Secretario General del Frente Polisario. En 1982, fue elegido presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), cargo que desempeñó hasta su muerte.

 

 

 

mayo 31, 2020 in Proyecto Bubisher
MÁS CERCA DE LA NORMALIDAD PLENA 0

MÁS CERCA DE LA NORMALIDAD PLENA

Aunque las autoridades argelinas han levantado el confinamiento en Tindouf, en los campamentos, como es lógico, la población espera que sean las autoridades sanitarias saharauis las que tomen decisiones al respecto.

Durante todo este largo periodo de aislamiento no se ha detectado ni un solo caso de covid 19 en ninguna de las wilayas lo que va permitiendo una cierta aceleración de las actividades cotidianas, después de un periodo de paralización total. Se ha podido celebrar la fiesta de final de Ramadan, las familias y los amigos pueden visitarse pero con precaución y, aunque escasean algunos alimentos debido al cierre de fronteras, los mercados ya funcionan con normalidad. Sin embargo, sigue restringido el movimiento entre wilayas y solo se pueden desplazar quienes tengan un motivo justificado y un permiso del gobernador. Obviamente, tampoco está permitido viajar a Tindouf y las oficinas, los centros escolares y las bibliotecas permanecen cerrados en todas las wilayas.

 

Una buena noticia es que han regresado los estudiantes saharauis de las diferentes ciudades argelinas donde cursan sus estudios, aunque lo han hecho sin poder completar sus exámenes que se realizarán, si nada lo impide, en septiembre. Las autoridades han emitido un comunicado en el que se confirma que todos ellos están libres de contagio, por lo que han sido recibidos por sus familias y amigos con mucha alegría.

Poco a poco los campamentos van recuperando la normalidad y los bibliotecarios/as del Bubisher nos  preparamos para abrir las bibliotecas cuando las autoridades lo permitan. De momento,  seguimos trabajando para promocionar la lectura y para dar a conocer el proyecto.

Alghailani, Gajmula, Mohamed, Galuha y Mina

 

 

mayo 30, 2020 in Proyecto Bubisher
CANTABRIA POR EL SAHARA : LA SOLIDARIDAD QUE NO CESA 0

CANTABRIA POR EL SAHARA : LA SOLIDARIDAD QUE NO CESA

Cantabria por el Sahara se suma a la iniciativa del Bubisher
 “Medio pan y un libro”*
*La Asociación Escritores por el Sáhara-Bubisher edita el libro “Historia
de nuestro viaje. Nómadas de acogida” que recoge las experiencias de
menores saharauis dentro del programa de acogida temporal “Vacaciones en
Paz”, con el que se pretende recaudar fondos para el apoyo y desarrollo de
actividades de animación a la lectura en las bibliotecas Bubhiser de los
Campamentos de personas refugiadas saharauis.*
Desde Cantabria por el Sahara nos sumamos a la iniciativa puesta en marcha
desde la asociación Bubisher (Escritores por el Sáhara), a la que venimos
apoyando desde su creación.  La campaña “*Medio pan y un libro”* recuerda
el discurso de Lorca en la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros
en 1931, y quiere rendir un homenaje a las familias de acogida de los niños
y niñas saharaui que han pasado sus veranos en España.
Cantabria por el Sáhara será un nodo transmisor en Cantabria para que las
familias de acogida y las personas solidarias que quieran colaborar, puedan
adquirir el libro *“Historia de nuestro viaje. Nómadas de acogida”* que los
propios menores han escrito y elaborado en las bibliotecas de los
Campamentos y en el que han plasmado la experiencia de los veranos pasados
en España.
Esta Iniciativa se suma a las que se están poniendo en marcha por parte del
movimiento solidario a nivel estatal para paliar las consecuencias
derivadas de la imposibilidad de desarrollar el programa Vacaciones en Paz,
que permitía el desplazamiento de cerca de 4.500 menores a España, Italia y
Francia y que facilitaba la mejora de sus condiciones de vida durante los
meses estivales.
En Santander, el libro puede adquirirse en el estanco Arredondo, situado en
el Barrio San Francisco- General Dávila 294 (junto a la pista deportiva).
En Laredo en la Óptica Anjana, en la Calle Doctor Velasco. En la zona de
Castro-Urdiales, las personas interesadas pueden ponerse en contacto en el
teléfono 619 18 54 84. Además, las familias de acogida pueden informarse a
través de su persona de contacto en la Asociación. Para más información,
las personas interesadas, pueden contactar con la asociación a través de su
El libro podrá adquirirse por 10 € y Cantabria por el Sáhara regalará otro
libro de su fondo editorial. Todos los fondos que se recauden con la venta
irán íntegramente destinados a las Bibliotecas Bubisher, donde este verano
se intentará desarrollar actividades que hagan más llevaderas las duras
condiciones del refugio.
mayo 29, 2020 in Proyecto Bubisher
ÁFRICA 0

ÁFRICA

 

ÁFRICA

Hermoso nombre
de mujer,
pobre y violada.
Torpe semilla
que esconde tesoro
y expone hambre.
Bellos ojos oscuros
con alma arrugada.
África,
Otra vez se han roto
Tus sueños
Y reliquias de retorno.
Vuelve, África,
con tu orgullo,
con tus senos libres,
verdes o secos,
pero vuelve.
Vuelve, África,
con tu soberbia voz
o sin ella,
pero vuelve.
Y reúne
a todos,
a todos tus tambores.    

  Liman Boisha      

Ilustración: Belén García 

Fotografía: Inés G.Aparicio                                                                                                                                                           

mayo 28, 2020 in Proyecto Bubisher
ALOUDA CANTABRIA RINDE HOMENAJE A SUS FAMILIAS DE ACOGIDA 1

ALOUDA CANTABRIA RINDE HOMENAJE A SUS FAMILIAS DE ACOGIDA

Desde Alouda Cantabria, como parte que somos de esa gran familia que es el Bubisher, apoyamos y valoramos el trabajo que hacen los bibliotecarios y bibliotecarias en los campamentos, no sólo ahora y por este momento excepcional, si no el trabajo habitual que vienen realizando en un entorno tan difícil como es la hamada. Pero ahora hay que seguir en un contexto cambiado y cambiante, y el Bubisher, tanto aquí como allí, sigue trabajando para que todo fluya y poder seguir.
Además de esto, desde Alouda Cantabria queremos que las familias de acogida sigan en contacto no sólo con los niños y niñas que acogen, si no con el programa vacaciones en paz y con la causa saharaui. Por eso, uniendo ambas cosas, participamos en la iniciativa de la Asociación Escritores por el Sáhara-Bubisher, Medio Pan y un Libro, que quiere rendir homenaje a las familias de acogida, a través del libro «Historia de nuestro viaje. Nómadas de acogida» ( un precioso libro que cuenta las experiencias de niños y niñas saharauis en su participación en vacaciones en paz).
Alouda Cantabria también queremos rendir homenaje a nuestras familias de acogida, y por eso, en cuanto podamos, queremos haceros llegar un ejemplar de este libro, y de esta forma sentirnos un poquito más cerca de nuestros pequeños y pequeñas, aunque estén lejos, al tiempo que colaboramos económicamente con el proyecto Bubisher, que este verano trabajará para hacer menos duro el verano, un verano marcado por la falta de vacaciones en paz fuera de los campamentos. Porque todo sigue, y juntos lo hacemos posible.

mayo 27, 2020 in Proyecto Bubisher
SAHARAUIDADES 0

SAHARAUIDADES

Ya está en las librerías (o por correo en la editorial) Saharauidades, un valioso libro de hermanamiento entre escritores saharauis, españoles, y de otras nacionalidades. 15 relatos primorosamente editados por WANAFRICA, una firma valiente y arriesgada que apuesta por la literatura africana y “filoafricana”. Todo con el trabajo tan generoso como riguroso del escritor Jorge Molinero, y con la ayuda del editor Oumar Diallo, Pablo Ignacio de Dalmases y Larossi Haidar. Hay siete autores saharauis, lo que es un hito que demuestra la pujanza cada vez mayor de la literatura escrita de una cultura que hasta hace una generación se centraba en la oralidad. El Bubisher está muy representado entre los autores, tanto entre saharauis como entre “nasara”, y no solo eso, sino que todos los derechos de autor estarán destinados a la financiación del proyecto. Algún día fructificará esa generosidad, porque en las bibliotecas del Bubisher leen ahora los escritores saharauis del futuro.
mayo 25, 2020 in Proyecto Bubisher
FELIZ EID AL FITR 0

FELIZ EID AL FITR

Después de un mes de ayuno desde antes del alba hasta la puesta de sol, los musulmanes le dan hoy, 24 de mayo, la bienvenida al Eid Al Fitr, una festividad religiosa que simboliza la ruptura de este ayuno y marca el fin del Ramadán. Tres días de celebración que corresponde con los tres primeros días del Shawwal, décimo mes del calendario musulmán

En este día tan señalado, después de los actos religiosos, se reúnen con sus familias y amigos y tras pedirse perdón, disfrutan de una comida especial.

Por supuesto, la comunidad saharaui celebra esta festividad con la alegría y la hospitalidad que les caracteriza y todos los que formamos parte del Bubisher les deseamos un día espléndido , a pesar de las circunstancias que marca este año el estado de alerta por culpa del Covid 19

¡Feliz Eid Al Fitr!

mayo 24, 2020 in Proyecto Bubisher
CON NOMBRE DE MUJER 0

CON NOMBRE DE MUJER

El escritor Fernando Llorente se define a sí mismo como «un cántabro con el corazón de arena». Su amor y compromiso con el pueblo saharaui le han llevado a escribir varios libros, en prosa y en verso, en los que refleja su profundo conocimiento y respeto por quienes, en el exilio y desde el dolor, ofrecen siempre su inmensa hospitalidad.

En esta ocasión, Fernando Llorente rinde un homenaje a la mujer saharaui a través de tres acrósticos con Nombre de Mujer. La fotos que los acompañan son del fotógrafo cántabro Poli Celis

 

ENSOÑACIÓN

Miráis jaimas y veis barcos. Soñáis

Aventuras de océano en el desierto.

Ilumináis el viento con el rojo

Mortal del sacrificio. Alzáis el ruego

A un cielo que ha olvidado la piedad.

Morís tras haber muerto tantas veces

Auroras sin nacer. Como si diablos,

Huís de las hogueras que no alumbran

Mañanas con sus brumas y sus brisas.

Urgís el alimento de los pechos

De una tierra en idilio con el mar.

 

SUPERVIVENCIA

Fuerza reproductora de esperanza.

Audacia de la vida en previsión.

Temblor de las estrellas en el seno

Maternal, espejismo de un futuro

Anterior a un pasado sin presente.

Nacen como las plantas en un río

Acosado por altos farallones.

Yacen como la sombra de un espíritu

Entregado a que el cauce no se seque.

Nutren el aire de arena hecha carne.

 

HEROÍNAS

Sentimiento indefenso de victoria

En una encrucijada de miradas

Livianas, como faros en un mar

Maculado de espuma enfebrecida.

Ambición de victoria en la batalla

Alentada por soplo de mujer,

Batalla por la rosa y su dureza

Donde prenden las noches y los días

Engarzados en vientres que humanizan

Liberados paisajes en el alma,

Feraces como la sangre es feraz.

Azul, el horizonte boca abajo

Transpira la pasión de la hamada,

Allí donde la Historia improvisó

Heroínas de jaimas y wilayas.

 

Fernando Llorente

 

 

 

mayo 22, 2020 in Proyecto Bubisher
AMAIDAN SALAH- LA MARATÓN DE UN PUEBLO 0

AMAIDAN SALAH- LA MARATÓN DE UN PUEBLO

 

MARATÓN SOLIDARIO EN FAVOR DEL PUEBLO SAHARAUI

No olvidemos al pueblo que lleva más de cuarenta años confinado en el desierto.

Lanzamos en abierto el documental “Amaidan Salah – La maratón de un pueblo”, que relata la historia y situación del pueblo saharaui en los campamentos de refugiados de Tindouf a través de la vida y la participación en el Sahara Marathon 2019 del atleta y refugiado político saharaui Amaidan Salah.

A cambio, pedimos una pequeña aportación solidaria, que permita habilitar un centro multideporte en los campamentos saharauis de Tindouf (Argelia), que ejerza de promotor de la salud y educación de los niños, niñas y jóvenes saharauis, y dónde éstos puedan acudir a pasar el fin de semana para jugar, desarrollarse como atletas y aprender valores a través del deporte.

Son necesarios 11.550 € para la habilitación de dos salas deportivas en Rabuni, la capital administrativa de los campamentos. Las aportaciones podrán realizarse a la cuenta de Tolosaldea Sahararekin, asociación que hará de intermediación y desde la que serán derivadas al Ministerio de Cooperación Saharaui, a través de los siguientes medios:
—-
Transferencia bancaria
Número de cuenta (IBAN): ES45 2095 5081 93 1062503346 (Kutxabank)
Titular: Tolosaldea Sahararekin
Concepto: Maratón Solidario

Bizum
Tolosaldea Sahararekin (Pestaña “Donar”)
—–
Sigue el desarrollo de la iniciativa y cuéntanos tu opinión en la cuenta de Facebook https://www.facebook.com/lamaratondeunpueblo/

¡Comparte y anímate a recorrer este maratón solidario con nosotros!

Documental realizado por Unai Garcia y Txema García Paredes durante la celebración del Sahara Maratón 2019. Participan: Amaidan Salah (protagonista), Mohamed Salem Abdelfatah «Ebnu» (voz y traducción). Música de Aziza Brahim. Ver menos

 

 

mayo 20, 2020 in Proyecto Bubisher
PROMOCIÓN DE LA LECTURA 1

PROMOCIÓN DE LA LECTURA

Como los pájaros de sus nidos, los libros están saliendo de las bibliotecas y revolotean por todos los rincones de cada campamentos. Tiendas, peluquerías, jaimas…cualquier lugar es bueno para posarse y ser abiertos.

Lo cierto es que durante el confinamiento, la promoción de la lectura está siendo la principal actividad del Bubisher, lo que dará lugar a que muchos adultos se acerquen a las bibliotecas y hagan uso del servicio de préstamos, al igual que lo están haciendo los niños el día que cada biblioteca tiene asignado para ello.

Todo esto nos demuestra que aunque los edificios que las albergan estén cerrados por las circunstancias actuales, las bibliotecas siguen vivas, en movimiento, sirviendo libros a quienes quieran llenar su tiempo de lectura.

mayo 19, 2020 in Proyecto Bubisher
EL SAHARA EN EL CORAZÓN 0

EL SAHARA EN EL CORAZÓN

 

BUBISHER

Desde mi ventana, prisionera del tiempo,

veo un trocito de cielo azul anacarado.

Y pienso que es el mismo cielo que tú ves,

el que quizás también ahora estés mirando.

¿Sabes cuánto tiempo durará esta distancia?

¿Volará el bubisher de tu casa a mi casa?

Mándame con él un poco de tu fuerza

y unas nailas de cuero

para emprender la marcha.

 

SÁHARA

No conozco tu rostro

ni tus manos

ni tu cuerpo

ni tu aliento…

Solo tus ojos,

oscuros y eternos como esta noche,

me bastan para amarte.

Tus ojos

-sus siglos de historia y de desierto-

son todo cuanto necesitas para seducirme,

todo cuanto existe bajo la jaima.

Pájaros de alas negras.

Déjalos que vuelen,

que descubran mi playa

y se lleven con ellos el amor

que anida en tus pestañas.

 

MAR

He subido despacio a la duna más alta

para ver desde aquí el encaje blanco

que adorna los besos del mar

a nuestra playa.

Cierro los ojos y escucho

un susurro de caracolas blancas.

Y si respiro hondo puedo oler

el perfume de algas

de su piel tostada.

¡Mar añorado!

Lo que daría por tu abrazo

en este día de espejismos,

un día más

de tantos días como este en que te busco

desde la ola más alta

de este otro mar caliente

que nos baña de esperanza

la nostalgia.

 

 

 

 

 

 

 

POETA

No creas poeta que tu voz no se oye.

Con bellas palabras
puede cambiarse el mundo
si esas palabras dicen
lo que hay que decir.

No hay alto el fuego para los poetas.

Solo versos, como balas,

disparando al corazón de la injusticia.

 

 

 

 

 

 

mayo 18, 2020 in Proyecto Bubisher
EL DESCUBRIMIENTO DE UNA ARTISTA 0

EL DESCUBRIMIENTO DE UNA ARTISTA

Se llama Mina. Desde muy pequeña sintió que dibujar era una forma de luchar contra el exilio, descubrió que era feliz con un lápiz y un papel en el que, desde la nada, iban surgiendo desde su mente y a través de sus manos rostros y paisajes que en algún momento su mirada había captado.

Autodidacta, con muy pocos medios y con mucho talento, Mina ha seguido dibujando cada día y el resultado de su evolución es espectacular.

Mina es también una gran lectora y con frecuencia iba a sacar libros a la biblioteca de Smara, hasta que un día decidió quedarse como voluntaria, porque su otra pasión es trabajar con los niños.

Meses después se produjo una vacante de monitora. Madja, la coordinadora del Bubisher de Smara, no dudó en ofrecerle el puesto y así es como Mina comenzó a formar parte del equipo

Ayer, Madja nos hizo llegar algunos de sus dibujos. Con ellos, Mina nos demuestra que por muy pocos medios que se tengan, el talento siempre encuentra la forma de salir a la luz.

No cabe duda de que el Bubisher atrae a personas cuya sensibilidad hacia el mundo de la cultura es tangible. Es un orgullo para todos los que formamos parte de este proyecto contar con ellos y ellas.

mayo 17, 2020 in Proyecto Bubisher
RECUERDOS DE UN MAESTRO DE LA ESCUELA NÓMADA Nº 4 2

RECUERDOS DE UN MAESTRO DE LA ESCUELA NÓMADA Nº 4

Cuando el avión tomó tierra en la pista, a la vez que sentía un estremecimiento que me recorrió todo el cuerpo para ubicarse en la zona del estómago, me subió a la boca ese sabor metálico característico que precede a la primera toma de contacto con lo desconocido. Estaba tan anonadado, tan confuso, que mi compañero de viaje tuvo que darme un ligero codazo para que me pusiera en marcha y procediéramos a coger nuestro equipaje de mano y a abandonar el avión. La toma de contacto con el exterior fue de las que no se olvidan. Empecé a sentir cierta desorientación desde el momento en que me asomé a la puerta del aparato, allí, en lo alto de la escalerilla. Todo, allá fuera, era de un color amarillo, como nunca había visto otro igual y la luz del día resultaba torturadora, incluso, inhumana. Hacía daño. Pensamientos contradictorios no paraban de asaltarme al tiempo que descendía por la escalerilla. No era que me había fatigado el viaje desde Madrid, vía Las Palmas, no, eso no, desde luego. Creo que el malestar y el estremecimiento habían empezado en el mismo momento en que el avión dejaba el Atlántico, con sus aguas azuladas, y comenzaba a sobrevolar el desierto. Aquella aridez, aquel amarillo rabioso de la arena, y aquella luz, aquella luz hería tanto los ojos como cuando alguien en plena oscuridad de la noche enciende una cerilla. Esa ceguera momentánea que produce el fósforo era la sensación que me produjo la visión del desierto desde arriba. Descendí hasta la misma pista sin dejar de mirar a derecha e izquierda. Todo era, a mi parecer, tan turbador, tan desconcertante, tan inquietante, en suma, que caminaba como un autómata. La azafata, al frente, nos guió hasta las instalaciones del aeropuerto, que se me antojaron de chapa, al menos las paredes y el techo no parecían ser de mampostería. Sí, aquello era una especie de chapa ondulada, como el fuselaje de aquellos aviones de la guerra, pero chapa, al fin y al cabo. Una vez dentro del aeropuerto, el calor era más insoportable que fuera, que ya es decir. El personal del aeropuerto me pareció de lo más extraño, tanto por sus vestimentas como por sus características fisonómicas. Pero sorprendentemente se dirigían a nosotros, los pasajeros, en español. Empezaba a tomar contacto con un mundo y una cultura que no dejarían de sorprenderme durante los primeros meses de mi estancia en aquel territorio. Era el comienzo.

Todo empezó meses atrás cuando una compañera me lo propuso y dije que sí. En realidad, no sé por qué dije que sí. Ella, la compañera, lo había leído en el BOE y sin más dilación me lo espetó a bocajarro: “Han salido plazas para el Sáhara, ¿te interesan?” Dicho y hecho, con la poca reflexión que dan los pocos años, me embarqué en aquella aventura sin encomendarme ni a dios ni al diablo. Si quería un adelanto para comprar el billete para El Aaiún, tenía que ir a Madrid y allí, en Presidencia del Gobierno, me lo proporcionarían. Así que desde Madrid, vía Las Palmas, volé hasta El Aaiún. Curiosamente, era el 14 de febrero, día de San Valentín, de 1970, cuando, con 24 años, puse pie en aquel territorio administrado por España. Si en Madrid había dejado un día de febrero frío, lluvioso y nublado, El Aaiún me recibió con un calor y un sol rabiosos. Había pasado de una estación a otra en escasas horas. Todo un récord.

Después de estar unos días en El Aaiún para habituarnos al territorio, cada uno de nosotros –éramos, creo, 29– fue enviado a su destino. Unos quedaron en el mismo Aaiún, y por el norte del territorio, otros fueron al sur: uno a Villa Cisneros, y el resto fue distribuido por el interior del desierto. Por el desierto puro y duro. A mí me destinaron a una Escuela Nómada, la número 4, que estaba ubicada en lo que llamaban Río de Oro, en una zona del desierto llamada “Sebja” Tennuaca. Lo curioso fue que para ir desde El Aaiún hasta Villa Cisneros, para después trasladarme por tierra, en Land Rover, a la Nómada, tuve que salir del Sáhara y volar a Las Palmas y desde allí volar hasta Villa Cisneros. Toda una odisea. Una vez en Villa, y presentado a las autoridades administrativas, se dispuso todo lo necesario para que me hiciera cargo de la Escuela Nómada número 4.

El día fijado para la marcha, muy de mañana para evitar las horas de calor, nos pusimos en camino en el Land Rover, conducido por un nativo llamado Güenna, que era yerno de uno de los Procuradores saharauis que se sentaban en las Cortes, de nombre Seila uld Abeida uld Sidi Ahmed. La Escuela Nómada estaba ubicada en el “frig” de su familia. El tercer pasajero era el compañero Antonio Muñoz Torremocha, paisano mío, que había hecho el viaje conmigo desde Madrid. Después de cruzar la zona conocida como el Arguerguer, de paisaje torturado y muy fragmentado, y de varias horas de desierto, llegamos al puesto de Bir Nazarán, puesto al mando del teniente Carballo, allí pasamos el fin de semana, y allí se quedaría mi compañero Antonio. Asimismo, en Bir Nazarán me estaba esperando Teófilo Hernández, el maestro que me haría la entrega de la Escuela Nómada. Mientras yo permanecí en Bir Nazarán aquel fin de semana, ‘recuperándome’ del viaje desde Villa Cisneros, Teófilo se llegó a la Nómada un día antes, con Güenna como conductor del Land Rover, para ultimar la entrega. Recuerdo, a pesar de los cincuenta años transcurridos desde entonces, que quien me llevó al lugar en donde estaba ubicada la escuela, la sebja Tennuaca, era un nativo desconocido para mí, al que ya no volvería a ver nunca más. Así encaré el final de mi viaje hacia la Escuela Nómada número 4.

Lo que me encontré, y me entregó Teófilo, fue desolador, pues días atrás un siroco, viento característico del desierto, había arruinado las tres tiendas de la Escuela. Estas consistían en una grande, que hacía las veces de escuela, con sus mesas, sillas y pizarras, y otras dos más pequeñas: una para la cocina con todo su equipamiento, frigorífico a gas butano incluido, y la otra en donde dormía el personal subalterno, con sus literas. Las tiendas estaban bajadas y tapaban los enseres que habitualmente solían contener. En una semana todo aquello estuvo listo y pude empezar a impartir regularmente mis clases. Conforme pasaba el tiempo fui haciéndome a la vida del desierto, y, sobre todo, a la soledad. Hice de la rutina una forma de vida, y al caer la tarde, a partir de las cuatro, hora del territorio, la voz dulce, fresca y juvenil de Marinieves Romero me llegaba a través de Radio Nacional de España, con su programa “Para vosotros, jóvenes”. Han pasado cincuenta años y aún la recuerdo con agrado y con cierta nostalgia. Y después, a las 7.30, con “Radiogaceta de los deportes”, era Juan Manuel Gozalo quien me ponía al día en el mundo del deporte. Las voces de ambos me unían, a través del éter, con mi mundo tan lejano. Eso sí, mi cariño para ambos, ya fallecidos, para Marinieves Romero y para Juan Manuel Gozalo.

Había, en aquel momento, otras tres Escuelas Nómadas en todo el territorio, pero estaban en el norte, y la mía, la Nómada nº 4, se encontraba en el sur, en la citada sebja Tennuaca. Geológicamente, una sebja es una depresión del terreno cuyo fondo, siempre salino, está normalmente por debajo del nivel del mar. Esta escuela había sido solicitada por el chej Seila uld Abeida uld Sidi Ahmed, Procurador en las Cortes de aquel tiempo y Presidente del Cabildo Provincial del Sáhara para que se instalara en el frig (conjunto de jaimas) de su familia. Seila pertenecía la tribu de Erguibat. Un chej era un personaje notable integrado en el organigrama político de la provincia del Sáhara. Seila era un tipo alto, delgado, más bien enjuto, de pelo blanco, de cara morena y facciones amables, de maneras suaves y de hablar cortés y quedo.

Como su nombre indica, las Escuelas Nómadas se movían en función de que llegasen noticias –lajbar, en idioma hasanía– de que había llovido en algún paraje del desierto –por eso los saharauis son conocidos como hijos de la nube–, entonces, como sucedió un par de veces durante mi estancia en la Nómada 4, se desmantelaba el frig y se cargaban jaimas y enseres en los dromedarios (mal llamados camellos, pero la costumbre los denomina así) y en los Land Rover. Y se ponía rumbo a ese lugar de donde habían llegado noticias de que había caído abundante lluvia. El personal del frig, hombres, mujeres y niños se desplazaban, asimismo, en camellos y en los Land Rover. Días antes de comenzar el desmantelamiento y el desplazamiento del frig, era preciso trasladarse al puesto militar más cercano –en el caso de la Nómada nº 4 era Bir Nazarán– para que por radio solicitaran al Servicio de Enseñanza de Villa Cisneros el envío de un camión para poder subir la roulotte a su caja y así poder transportarla al lugar del nuevo asentamiento del frig. Asimismo, la tienda de la escuela, la de la cocina y la del personal auxiliar, todas, con sus enseres, se cargaban en el camión adonde se había subido la roulotte. El desmantelamiento del frig, su carga en camellos y en Land Rover, empezaba muy temprano, apenas rayaba el día de modo que hubiera suficiente luz solar al llegar al lugar elegido, descargar y preparar el indispensable habitáculo para pasar la noche. Si daba tiempo, se levantaban algunas jaimas, caso contrario, se montaban lo que ellos llamaban venias, que no eran otra cosa que tiendas hechas de tela blanca. Las jaimas estaban confeccionadas con pelo de camello muy tupido, elaborado y trenzado pacientemente por las mujeres. Todos los demás enseres se descargaban y se dejaban en el suelo para levantar en condiciones el frig al día siguiente. Algo similar sucedía con los enseres de la Escuela Nómada. Se descargaba del camión la caravana o roulotte, se montaba apresuradamente la tienda de los auxiliares con sus respectivas camas, y, a continuación, el cocinero nos preparaba una cena frugal para todos, incluidos los dos conductores del camión (que pasaban la noche en él).

Durante el tiempo que permanecí en la Escuela Nómada nº 4, nos mudamos un par de veces hacia lugares llamados Tiznif el Jadra y Tiznif el Beida, situados algo más al sur de la sebja Tennuaca. A medio camino entre Bir Nazaran y Auserd. Resulta curioso que el primitivo asentamiento de la Escuela Nómada nº 4, la sebja Tennuaca, coincidía exactamente con el Trópico de Cáncer, paralelo geográfico al norte del Ecuador.

La Escuela Nómada nº 4 constaba, ya se ha dicho, de una caravana, que era la vivienda del maestro, una tienda grande que servía de aula y de comedor, con mesas, sillas de tijeras y un par de pizarras, apoyadas en un trípode. Una tienda mas pequeña, que hacía las veces de cocina, equipada con todo lo necesario, incluso con un frigorífico alimentado mediante gas butano, y otra de igual tamaño que la de la cocina, equipada con tres camas desmontables, que servía de vivienda y dormitorio al personal auxiliar. Personal auxiliar formado por Jalifa, cocinero, ya de cierta edad; el joven Hasenna, instruido y capaz de hablar un correcto español, como profesor de árabe y de Corán, y el pinche, natural de Atar, Mauritania, que hablaba un precario castellano y sí francés, cuyo nombre lamentablemente he olvidado. Algún fin de semana me solicitaba permiso para desplazarse a la citada Atar y cuando volvía solía obsequiarme con racimos de sabrosísimos dátiles. Los mejores que he probado nunca. Por último, el equipo de la Escuela Nómada nº 4 se completaba con Güenna, el conductor del Land Rover, asignado a la escuela, de matrícula GSH-361. En algún otro lugar he escrito que Güenna era yerno de Seila y, por tanto, vivía en el frig, en su jaima, con su esposa. Güenna era capaz de hacerse entender en un buen español, pues ya habían pasado por la Nómada nº 4, antes de mi llegada, dos maestros, Cayo Hernández Orden, natural de Soria, y el citado Teófilo Hernández Sánchez, de Madrid.

El alumnado era mixto, alrededor de unos veinte o venticinco alumnos de edades comprendidas entre los siete años y los doce o trece, con conocimientos muy precarios, en la mayoria del alumnado, del español y de las materias instrumentales. La escuela carecía por completo de material pedagógico, eso sí, la buena voluntad, la creatividad y la habilidad del maestro habrían de suplir esa carencia. El mundo que se ofrecía en los libros de lectoescritura de las editoriales españolas no les decía nada en absoluto a aquellos alumnos. La Ley de Educación de 1970 había introducido en las escuelas de la metrópoli nuevos métodos de lectoescritura, métodos basados en la palabra y su introducción en frases y oraciones. Todo ello era de imposible aplicación literal tal y como se hacía en las escuelas españolas. Así que había que dibujar en el encerado animales, plantas y enseres de su mundo con sus nombres respectivos y situarlos en oraciones y frases. Solía hacer una lectura colectiva por grupos, según edades, y después una lectura individual. Y muestras caligráficas y pequeños dictados alusivos a las palabras de la lectura. Como apoyo usaba algún libro de lectoescritura de la editorial Álvarez. A esto había que añadir numeración, escritura de cantidades y operaciones sencillas de sumas y restas. Y poco más daba de sí aquella Escuela Nómada. El horario se flexibilizaba según fueran acercándose los meses de más calor. Normalmente, se adelantaba una hora la entrada a las clases. Cuando el calor apretaba, el desayuno era a las 7:30, las clases comenzaban a las 8 y la comida a las 12, y, acto seguido, se daba por finalizada la jornada escolar del día. La merienda se servía a eso de las cinco.

Aparte de la labor de enseñanza, hay que hacer referencia a la labor asistencial de la escuela, consistente, como ha quedado reflejado, en ofrecer desayuno, almuerzo y merienda. No solo alimentos, sino enseñanza de modos culturales al tomar asiento, utilizar correctamente los cubiertos y, sobre todo, higiene, que era muy difícil de conseguir en aquel contexto desértico y árido, con, obviamente, escasez de agua. No pocos de ellos iban descalzos.

La intendencia de la escuela se hacía en los economatos militares de los diferentes puestos, según la Nómada estuviese más cerca de Bir Nazarán o de Auserd. No había que abonar nada, los economatos pasaban los cargos al Servicio de Enseñanza de Villa Cisneros. Cuando había matanza, bien de camellos o de borregos o de cabras, comprábamos la carne en grandes cantidades (para almacenarla en el congelador del frigorífico) al matarife del frig, al que yo le firmaba un vale por la cantidad que fuese, cantidad que el oficial del puesto le abonaba. Legumbres, patatas, arroz, macarrones, carne, bien en lata o fresca, atún en lata, huevos, piña o melocotón en conserva, formaban la dieta de nuestros alumnos, y cuando llegaba cada sábado el avión desde Villa Cisneros a Bir Nazarán o a Auserd, nos traía una pequeña caja de fruta fresca que nos duraba tan solo un par de días.

Como ha quedado reflejado más arriba, el maestro de la Escuela Nómada había de enfrentarse a la soledad. Eras tú y tu ‘mismidad’. Tenías que hacer de la rutina una forma de vida. Así, en mi caso, aparte de sintonizar los programas que emitía Radio Nacional de España, a través de su emisora en Las Palmas –como ya se ha indicado, el Programa musical “Para vosotros, jóvenes”, de Marinieves Romero y “Radiogaceta de los deportes”, de Juan Manuel Gozalo–, entrada bien la noche solía conectar el dial del transistor con Radio Praga y Radio Moscú –ambas se sintonizaban limpiamente en mitad del desierto– para escuchar sus programas en lengua española. Y en la única librería que había en Villa Cisneros me hice con una docena de volúmenes de la colección Reno, de la editorial Plaza y Janés, a 50 pts. cada uno, de autores muy populares en aquellos días: Maxence Van der Meersch, Vicky Baum, W. Somerset Maugham, J. Wasserman, J. M. Gironella, Frank Yerby, W. Saroyan, Lajos Zilahy y otros. Asimismo, en la misma librería, adquirí un Corán (aún lo conservo), de la editorial Planeta, con traducción, introducción y notas del catedrático de Lengua Árabe de la Universidad de Barcelona Juan Vernet.

Algunos domingos le pedía a Güenna, el conductor asignado a la Escuela Nómada, que me llevara a algún sitio en donde hubiera algo digno de verse. Así, en una de aquellas salidas me llevó a un lugar en donde puntas de flecha, raspadores, buriles y hachas prehistóricos estaban diseminados por el suelo, cubiertos tan solo por una fina capa de arena, bastaba hurgar con el pie para que aparecieran a la vista del sorprendido buscador. En otra ocasión, nos topamos, en nuestra correría, con unas jaimas, a las que nos acercamos y, cómo no, fuimos invitados a tomar el consabido té. Asimismo, nuestros anfitriones amasaron harina e hicieron una especie de torta redonda de unos treinta centimetros de diámetro y la colocaron en un hoyo excavado en la arena, encima de unas brasas, y cubrieron la masa con la propia arena del desierto. Pasado cierto tiempo, la extrajeron, le dieron la vuelta y la volvieron a colocar sobre las brasas, y, otra vez, la cubrieron con arena. Finalmente, cuando creyeron que ya estaba lista, la sacaron, le sacudieron la arena y nos dieron un trozo a Güenna y otro a mí. Lo untamos con una mantequilla hecha con leche de camella, y aquello resultó ser un manjar exquisito, como si hubiera sido el maná bíblico caído en pleno desierto.

En otra salida, observamos a lo lejos, en mitad de la nada, una tienda de las llamadas venia, medio caída. Intrigados por saber quién podría vivir en medio de aquella nada, nos acercamos y vimos que dentro de la venia se encontraba un individuo, que representaba cierta edad. Después de los saludos y presentaciones de rigor, hizo que nos sentáramos y, acto seguido, se dispuso a hacer té. No recuerdo exactamente de dónde venía ni adónde iba –han pasado ya cincuenta años de aquel hecho–, pero me dediqué a observar a aquel individuo mientras manipulaba para hacer el té. Cuando llegó el momento de endulzar la tetera, echó mano de un pilón de azúcar, con forma de tronco de cono, envuelto en un papel con el mismo color azul y la misma textura del que suele envolver el algodón que compramos en nuestras farmacias. Para golpear el pilón y extraer trozos, asió un objeto negro y de apariencia pesada. Para mi sorpresa, el objeto con que lo golpeaba era, ni más ni menos, un hacha prehistórica. Le dije a Güenna que le preguntara que en dónde la había encontrado. La había recogido del suelo en sus andanzas por el desierto, dijo. Como vio que yo demostraba un excesivo y sorprendente interés por el hacha, me la ofreció amablemente sin querer nada a cambio. He aquí otro gesto de la nunca bien ponderada amabilidad y acogida al extraño del pueblo saharaui. Como corolario de todas estas historias cabría traer aquí aquella sentencia de padre desconocido que dice así: “Cuando en el desierto te ofrezcan comida y bebida, come y bebe, pues no sabes cuando volverás a hacerlo”.

En otra oportunidad, Güenna me llevó a un lugar llamado Miyek, al sureste del Sáhara, muy cerca de la frontera occidental de Mauritania, en donde había un pozo de fábrica, construido por el Gobierno de la provincia de Sáhara. El pozo tenía un espléndido brocal de acaso dos metros de diámetro. De cada uno de los cuatro puntos cardinales del brocal del pozo salía un canal por donde discurría el agua sacada del pozo y vertida en ellos, y así podían abrevar varios camellos a la vez. Ni que decir tiene que allí había una actividad frenética, pues no demasiados nativos se ocupaban de rebaños de camellos que, entre todos ellos, sumarían algunos centenares. Muchos debían esperar varios días allí para dar de beber a su ganado. Entre el polvo que levantaban los animales, los bramidos, mugidos o berridos –comoquiera que se diga– de los camellos, el calor que hacía y el sol que caía inexorablemente, no resultaba muy grato permanecer mucho tiempo por aquellos andurriales. Como anécdota de mi estancia en aquel lugar, a tiro de piedra de la frontera con Mauritania, recuerdo haber escuchado el pitido del tren de tres kilómetros de largo –reputado como el tren más largo del mundo– que transporta mineral desde Zouerat a Nouadhibou, en la costa del Atlántico. El mineral se extrae de las minas de Fort Gouraud y se almacena en Zouerat.

Por otro lado, acudía a diario, a la caída de la tarde, a las jaimas del frig para socializar con aquellas gentes. Ni que decir tiene que era muy bien recibido, vertiendo gotas de colonia sobre mí en señal de respeto y de bienvenida. Con el consabido y obligado té, solían ofrecerte pinchos de carne de camello, cubiertos por una fina y blanca película que ellos llamaban chilaba y los europeos gabardina. La conversación solía versar sobre mi familia, si estaba casado y si tenía hijos, ciudad de procedencia, si me estaba adaptando a vivir en el desierto y cuestiones por el estilo. Por supuesto, que la conversación se hacía a través de un traductor, bien Hasenna, bien Jalifa o un alumno que dominara el español. Al final de la visita, y antes de emprender la marcha, me obsequiaban con una yira (recipiente) con leche de camella recién ordeñada, a la que endulzaba con un trozo de un pilón de azúcar. Si la visita se realizaba por la mañana o al mediodía, me ofrecían la yira con leche agria de camella endulzada con azúcar. Para agriar la leche la introducían en un guirbi, piel de cabra, anudada por un extremo, y atada a un objeto fijo y movida constantemente con un movimiento de vaivén o balanceo. Se convertía en una especie de yogurt líquido. En verdad, a mí me resultaba deliciosa aquella leche agria.

 

Las dos ocasiones en que Seila giró una visita al frig, durante mi estancia en la Nómada nº 4, fue recibido con gran alborozo por todos, festejándose su llegada con la preparación de una comida extraordinaria con matanza de borregos. Seila solía colmarlos de regalos. En esas dos ocasiones enviaba a algún niño a llamarme para que acudiera a visitarlo. Me recibía con abrazos, con mucha alegría, júbilo y satisfacción. Seila era un hombre que se daba cuenta de que vivir en el puro desierto significaba para un europeo hacer un esfuerzo ímprobo de adaptación. Hacía que me sentara a su lado, y en su dificultoso español, y, a veces, con la ayuda de un traductor, me decía que fuera lo que necesitara se lo dijera porque él podía conseguirlo. Se interesaba por el trato que me dispensaban en el frig, y si me encontraba a gusto ejerciendo mi labor en la Escuela Nómada. Guardo muy buen recuerdo de él. Su persona desprendía bonhomía, amabilidad y autoridad. Nunca supe qué fue de él, qué postura adoptaría cuando se desencadenaron los problemas en el territorio a partir del Acuerdo Tripartito entre España, Marruecos y Mauritania. Lo cierto es que de los ciento dos miembros de la llamada Yemaa, Asamblea General Saharaui, setenta y nueve se declararon afectos al Polisario y crearon el Consejo Nacional Saharaui. Su destino sigue siendo una incógnita para mí.

Si vives o estás en el desierto del Sahara te expones a sufrir las inclemencias de ese viento cálido del sudeste de nombre siroco, que suele soplar en otoño (octubre-noviembre) y en primavera (marzo). Es tan intenso que se introduce en sitios inimaginables, como en la cámara de fotos que yo tenía. Su velocidad es tal que podía llevarse por delante jaimas y tiendas de la Escuela Nómada. En cierta ocasión, en que llegó casi de improviso, rajó de arriba abajo la gran tienda que servía de aula y de comedor. Parecía que la tienda tenía dos entradas, la suya propia y la que le había ocasionado el siroco. Pero lo normal era avistar en el horizonte que se aproximaba un siroco, en ese caso daba tiempo a bajar las tiendas y echarlas al suelo.

En cierta ocasión, yo había sido llamado para que acudiera a una jaima porque un pequeño tenía problemas en los ojos, así que cogí mi botiquín y allá me encaminé a bordo del Land Rover. El problema era una clásica conjuntivitis causada por la falta de higiene y el polvo de la arena del desierto. Al tiempo que le limpiaba los ojos y le instilaba un par de gotas del colirio correspondiente, llegó corriendo un niño para advertirme de que se aproximaban unos coches. Observé y vi en el horizonte un convoy formado por tres Land Rover que parecían ir en dirección sur. Fue una sorpresa que por aquellos andurriales se viera llegar a alguien. De pronto, para mi asombro, los tres Land Rover cambiaron el rumbo y se dirigieron hacia la Escuela Nómada. Subí a mi Land Rover y me encaminé hacia la escuela; cuando llegué ya me estaban esperando una pareja de europeos y unos cuantos nativos. Los europeos, hombre y mujer, estaban observando con curiosidad no disimulada todo lo que constituía la Escuela Nómada: las tiendas y el carromato. En sus caras se veía con meridiana claridad que no daban crédito a lo que estaban viendo. Los saludé, y el hombre, de mediana edad, me preguntó que qué era todo aquello. Cuando le dije que era una Escuela Nómada y cuál era su función su estupor se mutó en incredulidad. No podía creer que en medio de la nada hubiera sido instalada una escuela. Mientras daban cuenta del refrigerio que les ofrecí aquel hombre me contó que él era piloto de la compañía Iberia y que estaba destinado en Gando, Las Palmas, aunque era natural de Madrid. Y la señora que le acompañaba era su esposa, a la que le había prometido llevarla a hacer un recorrido por el desierto. Les invité a visitar la instalaciones de la escuela: la tienda que servía de aula y comedor, la de la cocina y la del personal auxiliar. Asimismo, les hice entrar en la roulotte. Dio la casualidad de que sobre la mesa yo había colocado las puntas de flecha, los buriles, los raspadores y las hachas que había encontrado en una de mis andanzas por el desierto. La señora quedó deslumbrada al contemplar aquel material prehistórico. Me rogó que la obsequiara con algo de aquello. Le dije que cogiera lo que quisiera. Y así lo hizo. Cuando la visita llegaba a su fin, pues querían llegar a Auserd antes del anochecer, el hombre me entregó una tarjeta con su nombre y su profesión. Muy agradecido, y supongo que muy sorprendido, me dijo que si tuviera algún problema para conseguir billete en la compañía Iberia no dudara en contactar con él. En la tarjeta iba su domicilio en Las Palmas y en Madrid. Subieron a los Land Rover y los vi alejarse hacia el sur, rumbo a Auserd. Desgraciadamente, extravié aquella tarjeta con el paso de los años.

El 28 de febrero de 1976, sobre las 11 de la mañana, el Teniente Coronel Valdés, último gobernador del territorio, arrió por última vez la bandera española en la azotea del Gobierno General del Sahara, en El Aaiún, izándose a continuación la bandera marroquí. Con ese acto se daba por concluida la Operación Golondrina, recogida en el Acuerdo Tripartito de Madrid, firmado el 14 de noviembre de 1975, entre España, Marruecos y Mauritania, por el que España cedía la administración del territorio a los dos últimos. La ONU nunca ha reconocido este Acuerdo y siempre había auspiciado llevar a cabo un referéndum, y, a tal efecto, el comandante José Enrique Alonso del Barrio, Jefe del Servicio del Censo, recorrió, en su día, el territorio para censar a los nativos.

A este respecto, el citado comandante Alonso llegó al frig del Procurador en Cortes Seila uld Abeida uld Sidi Ahmed un mes, que no puedo precisar, del curso escolar 1970-71. Llegó por la mañana temprano, acompañado de un séquito de soldados, ayudantes, amanuenses y conductores. Se presentó, me saludó y dijo a qué venía. Le ofrecí la gran tienda que hacía las veces de aula y allí se instalaron. Se avisó a los nativos del frig para que fueran pasando con la tarjeta de identificación para inscribirlos. Poco después del mediodía todo había concluido, recogieron, y el comandante Alonso me dio la mano, me agradeció la atención que había tenido con ellos, subió a su Land Rover y el convoy se puso en marcha con destino a Auserd. Antes de llegar al frig de Seila habían pasado por Bir Nazarán. En aquel momento no me daba cuenta de que yo, un joven maestro, de 24 años, de la Escuela Nomada nº 4, había sido testigo de un acto de la intrahistoria del Sahara Occidental que marcaría su devenir. Obviamente, los marroquíes nunca han aceptado aquel censo de algo más de 73.000 saharauis, porque si se aceptaba dicho censo podría comprometer la pertenencia del Sahara Occidental a Marruecos. Muchos años después, el 12 de febrero de 2012, tuve conocimiento de que el comandante Alonso del Barrio, ya General de Brigada de la Guardia Civil, había fallecido en Zaragoza.

La visita del comandante Alonso dio lugar a una anécdota que me permito traer aquí. Cuando el citado comandante Alonso se marchó, el pinche –cuyo nombre, insisto, lamento no recordar, mauritano de nacimiento–, que habría estado tomando té en una jaima del frig durante la estancia del comandante Alonso, apareció por la escuela y preguntó a Jalifa, el cocinero, “¿Comandante jum?”. Yo que andaba cerca de ellos quedé sorprendido por la pregunta y, a mi vez, pregunté a Jalifa que por qué le llamaba “Jum” al Comandante Alonso. Ante mi sorpresa, se echó a reír. Y me dijo que la expresión “¿Comandante Jum?” quería decir “¿Está el comandante aquí?”. Me di cuenta de que el idioma hasanía, como dialecto magrebí del árabe, debía tener una estructura gramatical muy particular y, obviamente, muy diferente al español. Y desde entonces, entre nosotros, el comandante Alonso pasó a ser el “Comandante Jum”.

A pesar de la mejorable actitud de España respecto de la resolución de su compromiso con el Sahara, a favor de Marruecos y Mauritania, sin embargo, como dice el poeta y antropólogo Saharaui, Bahia Mohamed AWAH, natural de Auserd, en cuya escuela se instruyó, con el maestro santanderino Emilio Ruiz Seco, “El español es el único y mejor legado lingüístico que nos ha dejado la Metrópoli tras los cien años de dominio”.

Cuando el día claudicaba y la noche me rodeaba por completo en aquel inmenso desierto, y me envolvía un silencio que parecía que se podía tocar, solía sentarme a la puerta de la roulotte y, sorprendentemente, me daba cuenta de que el silencio podía llegar a ser audible: un silencio sonoro “El silencio es la primera piedra del templo de la sabiduría”, decía Pitágoras. “Escucha y serás sabio”. No podía hablar con nadie, estaba solo conmigo mismo y con mis pensamientos, pero, incluso, estos, mis pensamientos, podían llegar a perturbar el silencio que me envolvía. La noche siempre ha sido mágica, propicia para pensar y para imaginar historias. Encima de mí, la bóveda celeste, salpicada de infinitos puntitos luminosos: las estrellas, con sus numerosos guiños, se convertían en mis cómplices. De repente, ese silencio era roto por un leve, levísimo, y casi imperceptible ruido. ¿Qué fue? Algo se había movido a mis pies. De pronto, otra vez el silencio. Contenía la respiración para poder agudizar aún más el oído. De nuevo, el tenue y suave ruido. Con el tiempo me di cuenta de que, en el desierto, el sentido del oído adquiría una sutileza, una agudeza de la que carecía en el bullicio de las ciudades. El ruido era producido bien por la común y venenosa serpiente cornuda del desierto, llamada lefa por los saharuais, que durante las horas de mayor calor permanecía enterrada en la arena, y que salía, al anochecer, a tomar el fresco, o, bien, por el también peligroso y muy venenoso escorpión amarillo. Conforme pasa el tiempo te acostumbras a convivir con esta fauna, que no te molesta si tú no la molestas. Aparte de ellos dos, la fauna del desierto se completa con el lagarto con placas, de grande y gruesa cola; el fenec, zorrito de pelo claro, color arena, de grandes orejas, no solo para escuchar, sino que le sirven como sistema de refrigeración de la sangre, y de larga y frondosa cola, sobre la que descansa cuando duerme; el chacal y la esbelta gacela dorcas. No, el desierto no es, en modo alguno, como dicen, un lugar vacío. Aparte de su fauna, el desierto alberga una flora característica de lugares secos, áridos y de lluvia escasa. Las talhas –de la familia de las acacias, que con sus afiladas agujas parecen proteger sus nutritivos brotes verdes, muy apreciados por los dromedarios (mal llamados camellos), que, a pesar de tener gruesos labios y una boca que parece torpe, consiguen llegar y alcanzar esos brotes sin, al parecer, pincharse–, salpican el paisaje. También son muy comunes esas matas verdosas, que las llaman ascaf, que se encuentran en lugares arenosos y pedregosos. No solamente el desierto es arenoso y con dunas (erg), sino que también existe el desierto pedregoso (hamada).

Con el tiempo, puedes llegar a amar el desierto, a pesar de las tormentas de arena, de la escasez de lluvia, del calor y del siroco, caso contrario “no es tu mundo”, como escribe Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu. En su cuento “El deyar y la montaña” se lee: “Es nuestra vida en donde se juntan dos ingredientes que los seres humanos necesitan para sobrevivir, amor y paciencia. Si no puedes amar la aridez yerma de la inmensidad de un espejismo, si no tienes paciencia para esperar que llegue la sombra o que amaine la tormenta, entonces este no es tu mundo”. (Deyar es el buscador de camellos).

A finales de junio de 1971, deposité la Escuela Nómada nº 4 en el puesto de Bir Nazarán. Era mi despedida. Dejaba de ser “maestro nómada”. El curso siguiente, 1971-72, fui destinado a Auserd, más al sur de la sebja Tennuaca. Pero esa ya es otra historia.

Lorenzo González

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

mayo 16, 2020 in Proyecto Bubisher
COMATRA HA DONADO UN CAMIÓN MAN AL BUBISHER 0

COMATRA HA DONADO UN CAMIÓN MAN AL BUBISHER

 

La web de información económica sectorial www.todotransporte.com ha recogido la noticia relativa a la donación a Bubisher por parte de Comatrasa de un camión MAN para ser utilizado como bibliobús en el campamento derefugiados saharauis de Smara donde el primer bibliobús que llegó a los campamentos tuvo que ser jubilado. La reseñamos a continuación:

Comatra dona un camión MAN a una ONG que lleva libros a los refugiados saharauis

ComatraMAN Truck & Bus Center de Madrid, ha donado recientemente un camión a Bubisher, asociación que trabaja para acercar los libros a los campamentos de refugiados del Sáhara. El vehículo, un MAN G90, cumple con las necesidades expuestas por la ONG, que necesitaba una unidad cuya mecánica no fuera superior a Euro 3 y con escasa tecnología, porque las condiciones de trabajo en la zona de Argelia donde ya presta servicio son muy particulares.

El camión había pertenecido a una marca de helados, por lo que los empleados de Comatra hubieron de retirar la caja frigorífica para instalar una nueva carrocería que satisficiera las necesidades de Bubisher. Además, hicieron el cambio de aceite, añadieron dos juegos de ruedas nuevos, las baterías, los faros, espejos y las labores de mantenimiento.

“Bubisher es una Asociación que pretende acercar los libros a los niños de los campamentos de refugiados del Sáhara y a los colegios, bien construyendo bibliotecas, como las de los campamentos de Ausserd, Bojador, Smara y Dajla, bien mediante bibliotecas móviles, como es el caso. El camión ya está cumpliendo su labor, aunque antes tuvo la oportunidad de formar parte de una caravana solidaria para el transporte de medicamentos”, explican desde MAN.

 

mayo 15, 2020 in Proyecto Bubisher
LA PALABRA DESDE EL BALCÓN 0

LA PALABRA DESDE EL BALCÓN

En esta época de confinamiento, presentaciones en las ventanas:

ARENA Y AGUA, presentado a nuestros vecinos, con las intervenciones de mis hijas Lucía (lectura) y Paula (piano).

Ya sabéis, mucho más que un libro, un libro que construye bibliotecas en los campos de refugiados saharahuis.

www.bubisher.org

Mónica Rodríguez

mayo 14, 2020 in Proyecto Bubisher
AC / DC 0

AC / DC

El otro día me reí mucho cuando, a través de una pantalla, una amiga me hablaba del nuevo significado de las siglas A.C. y D.C.: antes y después de la COVID -19.

Estamos en el momento D.C. aunque aún no haya acabado, ¿no?… No estoy segura de la nomenclatura adecuada, pero sí que sé que hoy he empezado una nueva época, y es que, después de más de dos meses, he visitado mi primera tienda más allá del supermercado de mi barrio. Hoy he ido a una librería.

He elegido el centro social librería La Pantera Rossa, con el colaboré con un vale de www.todostuslibros.com que me quemaba en las manos desde hacía días.

La excursión no ha sido fácil. Salir de casa ahora mismo implica un avituallamiento curioso, coge la mascarilla, coge el gel, ¡no te olvides las llaves!, sólo me falta meter un test rápido en el bolso…  Una vez en la puerta, creo que me he puesto hasta nerviosa, no sé si por volver, o por hacer bien todo el ritual de limpieza, desinfección y centrifugado.

Curiosear ahora dentro de una librería es complicado, claro, pero yo, fan total de las listas, iba bien preparada y llevaba escrito, hasta con su ISBN, lo que quería llevarme o encargar. Y un libro de esa lista es el objeto de tanto preámbulo. Porque el hecho de que un libro esté el primero en una hoja de papel, en tu primera visita a la librería, en tu nueva vida, normal o anormal, que yo ya no sé, tiene su mérito.

El libro en cuestión se titula Los problemas de pingüino, de Jory John y Lane Smith, publicado por la editorial Alba. Lo recomendó Lara Meana en un seminario que hice hace unos meses, ya sabéis, los felices días de la época A.C., y me gustó, porque, así entre nosotros, yo a veces también soy un poco pingüino.

El pingüino protagonista de esta historia tiene un día difícil. Todo le molesta: todo lo que le rodea y todo él, en general. Y es que, como cuenta la reseña de la editorial, en la Antártida hace muchísimo frío. Y no le gustan ni la nieve ni el frío. Tampoco le gusta ir a pescar porque los depredadores le intentan cazar, ni ser igual que los demás pingüinos y, para colmo, le gustaría volar, pero no puede…, vamos, que según el pobre animalillo su vida es un asco, y no deja de quejarse por todo ello.

Si tú estos días, aunque sea en bajito y con la almohada, te has quejado por poder salir y por no hacerlo, por tener que agenciarte un chándal para hacer deporte, porque se había acabado la levadura en el supermercado, porque los adolescentes han dado con el recóndito parque de debajo de tu casa para compartir caladas, porque la policía de balcón chillaba mucho…, también eres un poco pingüino. Pero no pasa nada, lo que ocurre en la Antártida, se queda en la Antártida. Y, además, ahora puedes redimirte para dejar de ser un gruñón, bájate a la librería más cercana, compra un par de libros, y el rey pingüino te librará de todos tus lamentos.

Palabrita. Conmigo ha funcionado.

Beatriz Navarro

 

 

mayo 14, 2020 in Proyecto Bubisher
ANA GARRIDO: POR  AMOR AL PUEBLO SAHARAUI 4

ANA GARRIDO: POR AMOR AL PUEBLO SAHARAUI

Mi nombre es Ana Garrido y soy una de las muchas personas que forman parte del movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui en España. El pueblo saharaui y el conflicto del Sahara Occidental forman parte de mi vida desde mi niñez, uno de mis abuelos fue militar y estuvo unos años en el Sahara Occidental compartiendo ese tiempo con el pueblo saharaui. Aún recuerdo como se entristecía cuando nos contaba como España había “abandonado” a este pueblo a su suerte. Mi abuelo se marchó con las ganas de ver al pueblo saharaui libre en el Sahara Occidental.

Comencé con la militancia política y pasados unos años debido a mi trabajo como socorrista en una piscina conocí a un grupo de niños y niñas saharauis que participaban en el programa “vacaciones en Paz”, lo que me animó a comenzar mi trayectoria como familia de acogida esto fue en el año 1996. Diecisiete son los menores que he tenido en acogida a lo largo de estos años.

Desde hace diez años soy la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Toledo, y desde 2017 la coordinadora del programa Vacaciones en Paz de CEAS-Sahara.

Cuando me preguntan cómo he llegado a ser la coordinadora de VeP, mi respuesta es que no tengo merito ya que fue a través de un casting en el que nos iban haciendo preguntas y por cada respuesta acertada nos daban un punto adhesivo para pegar en una “cartilla”. De casualidad (por supuesto), fui yo quien consiguió llenar la cartilla con estos puntos mágicos, pero no solo eso, me dieron media cartilla más con puntos extras por mis diecisietes “estrellas del Sahara”.

Ana Garrido

 

 

 

 

mayo 13, 2020 in Proyecto Bubisher
VECINOs, LIBROS, HILOS Y CAMPAMENTOS 0

VECINOs, LIBROS, HILOS Y CAMPAMENTOS

El sol rompe en los cristales, se desliza. Miro los edificios de enfrente, los balcones ahora vacíos que a las ocho se llenan de aplausos y voces; de las figuras de los vecinos, inclinándose sobre los hierros, doblando los cuellos, conversando ruidosamente, cantando o inventando juegos de palabras para los niños que viven encima y debajo de nosotros. Miro los hilos que unen ahora sus balcones con nuestras ventanas, por los que nos enviamos cosas: flores, un farolillo para el alfeizar, el poema de la niña que vive en el tercero, las galletas que hicieron los peques del primero. El pastel de Mariana, las almendras recién fritas de Susi. Esos hilos que unen ahora nuestras vidas y que nos traen al atardecer la voz suave de la chica del tercero cantando mientras toca el ukelele, el piano de Paula en el silencio emocionado de los vecinos, los aplausos que recibe la llegada de la novia del segundo, en taxi, con la mascarilla, dulce y delgada y pelirroja, después de tantos días separados por la cuarentena. Pienso en esas vidas de los balcones, que hasta hace unas semanas nos eran tan desconocidas.
Abro la ventana y escucho la quietud de fuera. Aspiro largamente el aire repleto del aroma de los plátanos, de los tilos, tan extraño en el centro de Madrid, que siempre huele a humo de automóviles y asfalto. Me recuesto contra el rayo del sol, abro un libro. Me dejo llevar por la cadencia suave de las palabras, por esa historia repleta del corazón de los hombres que sucede aquí dentro y al mismo tiempo tan lejos de aquí. Salgo y vuelvo dentro de los libros a esta ventana. Hay pájaros, suenan sus trinos sobre los tejados de Madrid. Sobrevivo al caos de las UCIS, a las muertes, a los enfermos y al encierro gracias a los vecinos y los libros.
Llevamos más de cuarenta días confinados, esa palabra. Pienso de pronto en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el desierto del Sáhara. Ellos llevan más de cuarenta años (casi cuarenta y cinco): confinados, olvidados, exiliados… Por las ventanas de sus casas de adobe escuchan el silencio ardiente del desierto, ven los hilos que atan las jaimas a las tierras y, en su mirada, las cuerdas se cruzan, se unen unas a otras. Ellos han estado siempre unidos por esos hilos, tíos, hermanas, sobrinos, juntos, en el círculo concéntrico de las jaimas. También a los olvidados del desierto les salvan sus hilos y les salvan los libros. Allá donde miren están rodeados de horizontes de arena, de una vastedad árida y vacía. Pero entonces conversan con un vecino, caminan hasta la casa de adobe que es la biblioteca Bubisher, toman un libro… y como un pequeño misterio, el horizonte se traslada, va más allá de sus miradas, rompe el encierro, del mismo modo que me sucede a mí, ahora, mientras leo, en el cálido rayo de sol de en esta ventana, que da a la pared y a los balcones, a esta hora vacíos, del edificio de enfrente. Entonces comprendo más que nunca el espacio de luz y libertad que es un libro, ese espacio, dentro de nosotros, que ni estas cuatro paredes, ni el covid19, ni el injusto olvido pueden robarnos. Los libros y los hilos que nos unen a los demás son nuestra fuerza para resistir, para esperar con ilusión y con paciencia el regreso a nuestras calles. El regreso de los refugiados saharauis a su tierra en libertad. Nosotros tenemos libros a nuestro alcance. Ellos también, desde hace once años, gracias a este pequeño pájaro que es el Bubisher, y que entre todos, si no nos detenemos, si no les volvemos a confinar en el olvido, podemos hacer volar.

Mónica Rodríguez

 

 

mayo 12, 2020 in Proyecto Bubisher
DE PANDEMIAS Y COLONIAS 1

DE PANDEMIAS Y COLONIAS

Nos cuentan que de esta crisis profunda que nos ha volteado, y sigue teniéndonos en vilo y disciplinadamente confinados, podemos salir mejores, menos egoístas, más atentos a lo esencial y menos distraídos por lo banal.

Si esta apreciación la trasladamos al ámbito de las decisiones políticas, de las decisiones históricas que el gobierno se ha visto obligado a tomar, me ha dado por pensar que, para España y los españoles, para el gobierno que nos representa y que anda tanteando la posibilidad de un nuevo pacto de Estado, como el que se alumbró con el nombre de “Pactos de la Moncloa”, esta sería una buena ocasión para replantearnos algo que, aunque no tiene que ver con nuestro precioso ombligo de cada día, sí tiene que ver con la salud democrática de nuestro país.  Un “algo” que gravita como un virus de infecciosa vergüenza sobre nuestra conciencia de vieja potencia colonial.

Me refiero, como pueden adivinar, a la descolonización del Sahara Occidental, esa antigua colonia, ese pueblo al que abandonamos precipitadamente en los estertores del dictador en el año 1975 y al que muchas instituciones de ámbito local y regional  siguen mostrando su apoyo, en forma de ayuda humanitaria y solidaridad política.

¿Por qué no nos atrevemos a asumir nuestra responsabilidad como parte del problema y nos abrimos -como sociedad y como Estado-, en el marco de un nuevo paradigma europeo, a buscar una solución equilibrada y duradera que beneficie a la larga, tanto a Marruecos en su camino a la democracia como a los saharauis en su agónica y justa reivindicación de una patria y una tierra en la que ganarse el pan con su sudor?

Si de esta pandemia, como nos cuentan, vamos a salir mejores y más dignos para afrontar el futuro, hagamos valer el papel que la ONU nos sigue atribuyendo como antigua potencia administradora en la inconclusa descolonización del Sahara Occidental, y recuperemos la dignidad, la salud democrática que dejamos contaminada en los campamentos de refugiados en los que confinamos al pueblo saharaui hace cuarenta y cinco años.

Jose Manuel Calzada

 

mayo 11, 2020 in Proyecto Bubisher
CUENTOS POR LA RADIO Y CUENTOS POR TELÉFONO 0

CUENTOS POR LA RADIO Y CUENTOS POR TELÉFONO

 

A pesar del confinamiento y respetando todas las medidas de seguridad decretadas por el gobierno saharaui, las bibliotecarias y bibliotecarios Bubisher siguen trabajando para que los libros lleguen a todos los hogares. Además de las bibliotecas familiares y de los préstamos individuales, esta semana han comenzado a contar cuentos a través de la radio local y a grabar vídeos que envían a sus usuarios usando su teléfono móvil. Una nueva iniciativa que pone de manifiesto su interés por mantener activos a los lectores y por reinventarse en tiempos difíciles.

La experiencia de los cuentos contados a través de las ondas ha sido de lo más gratificante no solo por su difusión, también porque el hecho de leer ante un micrófono y una cámara es un nuevo y divertido reto.

mayo 10, 2020 in Proyecto Bubisher
TODO PASA Y TODO LLEGA 0

TODO PASA Y TODO LLEGA

En estos días de desconcierto, de miedo, desconfianza, incertidumbre y de profundo dolor por los que ya no están con nosotros, existe un atisbo de esperanza, esperanza que nos llegó contigo Ali Mohamed Sidi.

Porque la vida a pesar de lo dura que nos parezca, sigue y sigue y no se detiene ante nada.

Has cumplido veintitrés años, en un día muy significativo para algunos de nosotros: el catorce de abril (día de la proclamación de la república).

Nuestro encuentro, como no podía ser de otra manera, fue a través de videoconferencia, medio tan de moda y tan necesario en estos días.

Fue un encuentro, a pesar de todo, muy entrañable y emotivo. Pude comprobar que sigues teniendo una gran sonrisa, unos ojos muy brillantes que anuncian tus ganas de vivir por otro lado propias de la edad.

A esa ventana tecnológica también se asomó mi madre y al verla, le dijiste “ Me acuerdo mucho de la comida de carne que me hacías cuando iba a España en el verano”. La anciana se emocionaba y sonreía sintiéndose satisfecha por haber cumplido el primer deber de toda madre , dar de comer a sus hijos.

Veintitrés años ya, y parece que fue ayer cuando te vimos salir por las puertas del aeropuerto. Tu cara un tanto desencajada por el miedo a lo descocido.

Veintitrés años de risas, de enfados, de experiencias vividas, de complicidad y de tantos y tantos recuerdos.

La huella de Juanma sigue contigo, en tus ganas de aprender ( ya estás en la universidad), de cumplir con tu deber y ayudar a tu familia, de disfrutar de un buen partido de fútbol , de ser una buena persona, de valorar lo que tienes , en definitiva, de intentar ser feliz.

Quizás, tu anhelo, que ya manifestabas de pequeño, de casarte con una española ahora lo tengas más difícil, pero no desistas que todo llega.

La historia de Ali es la historia de tantos y tantos niños saharauis que un día llegaron a España con el proyecto “Vacaciones en paz” y que este año , ese virus asesino ha privado a otros tantos de venir.

Es la historia de muchas familias españolas que seguimos en contacto con nuestras familias saharauis . Que los lazos de amistad, solidaridad, entrega y amor que tenemos con ellas no los romperá un COVID 19.

Y es la historia de nuestro proyecto BUBISHER, porque con él hemos y seguimos sembrando la semilla de la curiosidad, de la creatividad, de la lectura, del aprendizaje , del intercambio cultural con nuestros hermanos saharauis.

SE HACE CAMINO AL ANDAR.

Cándida Santiago.

mayo 09, 2020 in Proyecto Bubisher
LA JAIMA 0

LA JAIMA

 

Contaba Dah Salama Dat Embarec, joven saharaui actualmente en Madrid, el pasado sábado en los Sábados Solidarios del ayuntamiento de Coslada, como están viviendo el confinamiento los saharauis en los Campamentos de Refugiados en Tinduf.

Su relato cuenta como es el día a día en las jaimas, hogares de miles de saharauis donde se comparte la vida en familia, a veces familias numerosas de niños, adultos y mayores y como según va avanzando la primavera camino del verano el calor se va colando en ellas y este especialmente habrá que combatirlo con esperanza. Es cierto que en la mayoría de los casos la jaima está al lado de un “beit” cuya traducción literal es “una casa”, construida normalmente con adobes de barro y paja que puede albergar una o dos estancias(habitaciones).

Allí también se han cerrado los colegios y las bibliotecas del Bubisher, se ha paralizado la actividad y hay que buscar que hacer para que el día no se haga eterno, como nosotros; pero ellos tienen una desventaja importante a la hora de utilizar intertnet, solo se puede usar a través del móvil y con una velocidad superlenta al haber mucho consumo.

Dice el poeta Limam Boisha, en su libro Ritos de Jaima, editado por Ediciones Bubisher, en relación con la Jaima: “… JAIMA ES LA PALABRA MÁS SUSTANCIOSA EN EL KITAB, EL LIBRO ORAL saharaui. Una palabra que no solamente se refiere a la tienda de campaña, el habitáculo tradicional de los nómadas hecho de pelo de cabra o dromedario. No solo es la casa donde vive, come, duerme, reza y se reúne la familia saharaui. Es mucho más que eso.

La palabra Jaima rebasa la definición del concepto que la encierra en un espacio físico tejido, mástiles y tirantes…Porque Jaima significa unión, y por tanto es casi sinónimo de familia…”

¡Quédate en la Jaima!

Pilar Segura

 

mayo 06, 2020 in Proyecto Bubisher
NUNCA FUI A TU JAIMA 0

NUNCA FUI A TU JAIMA

 

 

 

NUNCA FUI A TU JAIMA

 

Nunca fui a tu jaima

pero escribo en la luna

palabras con estrellas

mañanas en la niebla

para que

               tú las leas.

 

Y con el viento

               te digo

que son mis versos

           los labios que no tengo

     caricias de algodón

     sonrisas que te debo

                           y escribo

                                                   con mis dedos.

 

       Y estos versos cuentan

                 la risa de las flores

                 las voces de la arena

                 mil luces de mil ojos

                 los valses de mi mar

                                       y cantos de sirenas.

 

No fui a tu jaima,

             no,

            pero traigo en estas hojas

poemas arrugados

                         de ríos y veredas

  los besos de los niños

palomas por el aire

algunas hojas secas

y sueños de cristal

                         para que tú

                                         los leas.

                                 Antonio García Teijeiro

 

 

mayo 04, 2020 in Proyecto Bubisher
MEDIO PAN Y UN LIBRO 1

MEDIO PAN Y UN LIBRO

mayo 03, 2020 in Proyecto Bubisher
UNA VIDA INTENSA. UNA HISTORIA INOLVIDABLE 0

UNA VIDA INTENSA. UNA HISTORIA INOLVIDABLE

 

Hola, soy Montse-Hurria, la  protagonista del libro» La Enfermera del Desierto». Me han pedido que haga un escrito para Bubisher puesto que ya ha salido la 2ª edición de este libro que se publicó en Octubre del 2019.

Estoy súper emocionada con que ya haya salido esta 2ª edición, porque eso quiere decir que la primera ha gustado.

Animo a la gente que no lo ha leído a que lo lea, la historia es bonita y Jorge Molinero, el escritor, la cuenta de maravilla.

El nombre de Hurria me lo puso mi marido Buel-la. Me casé con él durante la guerra de liberación del pueblo saharaui contra el ejército invasor de Marruecos, tras la venta de lo que era el Sahara Español, la 56 provincia del Gobierno de España en el año 1975.

El libro narra la historia de los dos desde que nacimos. De todas formas, no es solo nuestra historia. Está narrada en el contexto de lo que sucedió en los años 70 en la lucha que se libraba por aquel entonces entre El Polisario y el invasor marroquí.

Hasta ahí puedo contar, porque si no, sería un «espoiler» o como se llame eso hoy en día.  Aconsejo a quien no lo haya leído que haga lo posible por leerlo. No os dejara indiferentes, tanto a la gente que conozca la causa saharaui como la que no. Así se agotará también la segunda edición y podrá salir la tercera.

Gracias a Bubisher y a los que lean esto hasta el final.

Montse-Hurria

 

mayo 02, 2020 in Proyecto Bubisher
UNA TRINCHERA DE LIBROS 0

UNA TRINCHERA DE LIBROS

Estamos sometidos a un continuo bombardeo de estímulos, demandas, informaciones tendenciosas, cuando no falsas… Y necesitamos protegernos, sobre todo las/os más jóvenes; necesitamos sustraernos a este bombardeo incesante, a esta corriente vertiginosa que nos arrastra, que nos impide movernos libremente y escoger adónde vamos. Y uno de los pocos espacios de libertad que nos quedan son los libros. No es casual que en las bibliotecas reine el silencio como regla máxima y casi única: somos víctimas (y a veces también cómplices) de un ruido ensordecedor generado desde el poder y sus instancias. Necesitamos silencio y detenimiento.

Cuando lees, eres dueña/o de tu tiempo. Tú marcas el ritmo, las pausas, puedes volver atrás cuantas veces quieras o necesites. Y tienes muchos libros entre los que elegir, si tienes la suerte de que haya una biblioteca cerca de ti. El cine y la televisión pueden estar muy bien (aunque no sea lo más frecuente); pero incluso una buena película o un buen programa te imponen su ritmo, y suele ser un ritmo rápido, pues vivimos en un mundo en el que todos parecen tener mucha pisa por ir a ninguna parte, por correr en círculos. El libro no te impone un tiempo ni un espacio; las imágenes, los escenarios los pones tú con tu imaginación, y la línea del relato puede ramificarse cuantas veces y en cuantas direcciones lo desees, sin más que hacer una pausa y permitir que las palabras despierten en tu cabeza unas resonancias que son solo tuyas, pero que puedes compartir con los demás.

Levanta tu trinchera de libros contra las mentiras del poder y compártela con los demás. Estamos librando una guerra sin cuartel contra los criminales que gobiernan el mundo, y la batalla de la cultura es una de las más importantes. Y la cultura, en el más noble sentido de la palabra, sigue estando sobre todo en los libros, en los buenos libros.

Solo la cultura nos hace libres, y solo la que nos hace libres merece el nombre de cultura.

Carlo Frabetti

 

 

mayo 01, 2020 in Proyecto Bubisher