LUISA

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Un proyecto es un mapa humano, y si no, no es un proyecto, sino un artefacto. El Bubi fue, es y será un proyecto. Y dependerá siempre de ese mapa formado por hombres, mujeres, niños, como lo ha hecho desde sus inicios. Porque el Bubisher ha dependido siempre de que cuando una mano se extienda en el aire, haya otra que la estreche, que la apriete, que la acaricie.

Pero para arrancar hubo un antes, y en ese principio es imposible no hablar de Luisa.

Ricardo Gómez ya intuyó todo lo que estamos viviendo, y no solo por bautizar al camión, por elegir un nombre para él que ha sido un auténtico talismán, sino también porque un día ya muy lejano, escuchando a un desconocido que nos recitó un poema entre las talhas de la Grara (el primer campamento del exilio), entendió que la mejor lucha por el futuro del Sáhara era que no se desgajaran de su pasado, de su poesía y su tradición oral. Sin aquella intuición, tan “ricardiana”, la idea del niño del San Narciso de llevar un bibliobús a los campamentos, hubiera caído sobre tierra estéril.

Y después, casi sin solución de continuidad, Luisa. Luisa Sánchez, que en la prehistoria nos escribió un correo ofreciéndose para ayudar en lo que pudiera, sin conocernos de nada, salvo tal vez de los libros, pero reconociendo en el Bubisher un proyecto propio.

Y lo que pudo fue estructurar la red social y vital que hizo posible que aquel primer año, entre el 2008 y el 2009, manara un torrente de voluntarios hacia el mohayam. Fue ella la que levantó las redes, la que supo ilusionar a tantos, entre los que estaba Javier Casona, el primer voluntario.  Y así, usando el correo y las redes con tanta intuición como capacidad para motivar, Luisa consiguió inyectar en el proyecto su combustible humano, los “nasara” que ingenuos, ignorantes, afortunados y aventureros, pusieron en marcha el proyecto. Y desde su casa en Vigo, en la sombra, detrás de todos ellos, estaba Luisa.

Cuando por fin pudo viajar hasta allí, Luisa lloró al ver al Bubisher sobre las piedras de la hamada. Y supo abrazar a Larossi, nuestro primer saharaui, como nadie le había abrazado, y fotografiar a Hamida como nadie lo ha fotografiado.

Las redes que mueve el Bubisher, todo ese entramado que vibra en la sombra desde Suecia hasta Italia, desde Bores hasta Tenerife, tiene en su ADN a Luisa. Estuvo, está y estará. Y hoy, mientras se escriben estas palabras, cincuenta niños saharauis, cien, leen, sueñan y sonríen, y en sus risas está Luisa, son el final sin final de un camino que nunca se hubiera iniciado sin ella.

Una respuesta a LUISA

  1. Precioso. Emotivo. Cierto y tan verdadero!
    Abrazo inmenso

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