No cabe duda de que el arte es una herramienta imprescindible en situaciones de conflicto armado. Los artistas, en sus diferentes campos de trabajo, transmiten a través de sus obras la forma en la que la sociedad vive estas situaciones, los sueños y los miedos de un presente oscuro y de un futuro incierto, pero también son portadores de esperanza y guerreros que defienden con sus armas artísticas la cultura como vehículo necesario para alcanzar la paz y la libertad

En los campamentos saharauis hay grandes artistas. Desconocidos, porque el muro de silencio que se ha levantado sobre este pueblo no ha permitido que su obra se valore. Entusiastas, porque, a pesar de todo, no dejan de trabajar en lo que creen.

Así es Mina, una de las artistas que expone sus obras en la Biblioteca Bubisher de Smara. Su pasión por la pintura comenzó cuando era una niña y uno de sus primos le regaló un cuaderno de dibujo en el que trazó su primera obra, una isla envuelta en un atardecer. Desde entonces no ha dejado de pintar y, según sus propias palabras, “no para que la gente lo vea, sino para que yo sienta que estoy haciendo algo hermoso… me encanta dibujar y pintar, porque siento que es mi forma de expresar las cosas que no sé cómo decir”

Así es también el joven Hamim, que comparte con Mina algunos de sus dibujos que hablan del posible diseño de sus ciudades después de la independencia.

La exposición Revolución-Arte, se inauguró en Smara con una gran afluencia de jóvenes que, antes de hacer un recorrido por la sala, asistieron a un taller artístico en el que, además de explicarles la importancia del arte en la vida de un pueblo, se les invitó a hacer un dibujo con la mano que no utilizan con el fin de que sean conscientes de que cualquier primer intento es costoso, incluso parece imposible, pero que todo se llega a conseguir si la pasión con la que se hace es el motor que impulsa a romper todos los muros. Incluso los del silencio

Fotos: Wita Alien y Madja Hmudi