Mientras la Unión Europea se salta sus propias decisiones y normas para poder seguir saqueando a través de terceros las riquezas del Sáhara Occidental y pone en ridículo a su propio Tribunal de Justicia, ahí tienes a unos niños saharauis jugando al ajedrez en una de las bibliotecas del Bubisher. Respetando las reglas de juego. Cuando tenia la misma edad que ese niño y paseaba por el zoco de El Aaiun veía a los comerciantes jugando al ajedrez o a las damas con sus vecinos. El tablero estaba simplemente marcado en la arena y las fichas eran piedrecillas de diferente tamaño. Pensaba que era una imitación burda de algo que “teníamos” en Europa. No sabía que, al parecer, el ajedrez fue introducido en Córdoba por Ziriab, un músico y cantor persa del siglo IX procedente de Bagdad quien arribó a Algeciras en el año 821.
En mi desconocimiento infantil, suponía que ese conocimiento ancestral había sido en sentido inverso al que era en realidad.
Por eso, pasados los siglos, verás que en el cuadro de Caravaggio la partida está finalizando…mientras que la partida de esos niños saharauis acaba de empezar. Y si no, que se lo pregunten a mi amiga Gajmula – gran estratega- a la que aún no he podido ganar jugando en su jaima, mientras preparaba el té, atendía a sus nietos y hablaba por el móvil. Y con un hándicap: con la pierna escayolada.
Emilio Sánchez