POESÍA DE RESISTENCIA

Hace unos años, un venerable poeta saharaui, mientras arreglaba aparatos eléctricos en su jaima de la wilaya Smara, me contó que en los primeros tiempos de la revolución, cuando el éxodo y la guerra se hicieron inevitables, él recorría el desierto, visitando a las familias saharauis reunidas en firgam. Viajaba armado con sus versos. Versos de ardor combativo, que recitaba, con el objetivo de mantener firme el espíritu de resistencia de una población, que había quedado a la intemperie de la historia, y sólo de su lucha dependía el recuperar el lugar, que en ella les corresponde. “Muchos de mis compatriotas lloraban al escuchar mis versos”, terminó Bachir Ali Abderrahaman su relato, después de recitar para mí un poema militante.

Unos años más tarde, un joven poeta saharaui, que escribe en hassania, Mohamed Ali Mahamad, además de regalarme el recitado de un poema, que también grabé, me contó en su jaima de la wilaya Ausserd cómo, aprovechando los recursos tecnológicos, organizaban recitales poéticos, con música y baile, que transmitían a través de la TV del Sahara a los Territorios Ocupados, con el fin, igualmente, de mantener los ánimos de los jóvenes bien dispuestos para resistir el estado de terror al que les somete el invasor y ocupante reino de Marruecos.

Cuando, desde hace unos años, miro a una niña o a un niño, en las bibliotecas Bubisher, con un libro de aventuras en sus manos, quiero ver el poema en carne viva, que también quiso ser Gil de Biedma. La lectura es un acto revolucionario que, en la conciencia y sensibilidad de una niña o un niño va modificando la percepción de la realidad y el modo de sentirla, para ir situándose en ella, configurando un núcleo cultural, desde el que resistir y ayudar a resistir, que será el eje sobre el que giren las acciones que busquen la libertad y la justicia, de las que les hablan sus mayores y sus maestros. Es con la lectura cómo emprenden un proceso de conocimiento, que no excluye el juego, como primera praxis creativa. Así, tengo para mí la lectura como un acto poético, en el que el niño o la niña y el libro son dos hermosas estrofas de un poema de lúdica resistencia.

No toda poesía lo es, pero las que aquí refiero sí son armas cargadas de futuro.

Fernando Llorente

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