NO SON SOLO PALABRAS

Primero fue una idea para aportar fondos a la construcción de la Biblioteca del campamento de refugiados de El Aaiun: comprometerse a trasladar a un muro de la biblioteca en construcción, por la módica cifra de un euro por palabra, todos aquellos mensajes que enviaran las personas que participan, apoyan o simpatizan con el proyecto Bubisher.

Y es que Bubisher no recibe ninguna subvención gubernamental o empresarial que pudiera condicionar o comprometer su desarrollo e incluso los voluntarios que de vez en cuando podemos acudir allí a colaborar con los bibliotecarios y monitores saharauis sufragamos el viaje y la estancia de nuestros bolsillos.

Durante el mes de febrero hemos estado en los campamentos para apoyar en distintos trabajos: elaboración de un periódico trimestral compartido entre las cinco bibliotecas, revisión del estado de edificios y vehículos, lecturas en las bibliotecas, kamisibais, adquisición de mobiliario y equipamiento para la nueva biblioteca de El Aaiun y…trasladar las frases enviadas a ese muro para que todas las personas que acudan a la nueva biblioteca, además de contemplar la magia de un pequeño jardín en el desierto, sientan el largo abrazo de muchas personas que desde la inicua Europa sienten suya la causa saharaui y están dispuestas a apoyarla de todas las formas imaginables…y por imaginar.

La inscripción de las palabras enviadas en el muro ha estado llena de emotividad: ha habido palabras militantes (“ gracias por su ejemplar e incansable lucha”), palabras poéticas ( “y mientras quede un leve rastro de toda esa vida hecha a borbotones, yo os llevaré en mi mochila haciendo posible que viváis aquellas flores”), palabras emanadas de canciones, palabras del recuerdo y de la memoria, palabras en euskera, en latín, en griego, en árabe.

Ha habido muchas palabras dedicadas al libro y a la lectura, como esa pequeña ola que subraya todo el mural y que puedes ver en la fotografía: que el Bubisher siga con su tarea de buscar a esa niña, a ese niño, que un día construirá su propio universo con las palabras de un libro.

Pero para los afanosos transcriptores ha habido dos tipos de palabras, si cabe, más emotivas de trasladar: las de los institutos que han enviado frases a la campaña como el IES La Marina de Cantabria y las palabras de Abba.

Abba es un albañil saharaui que estaba trabajando en las obras de la biblioteca y que se acercaba de vez en cuando a ver qué hacía ese grupo de personas subidas a un andamio. Cuando lo supo, quiso poner sus propias palabras: unas, de apoyo al Bubisher, las puso en ese momento y otras las pensó para el día siguiente, de modo que con una bellísima letra, un magnífico pulso y su firma, hizo aún más saharaui el proyecto Bubisher.

Emilio Sánchez

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *