NO HAY MEJOR BIBLIOTECA, PERO…

Recientemente, la Biblioteca Pública “Gabriel García Márquez” de Barcelona ha sido galardonada con el premio a la Mejor Biblioteca Pública de 2023 que entrega la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA) y Systematic.

Es la primera vez que entre los nombramientos a este galardón internacional se encuentra una biblioteca del sur de Europa. También es la primera vez que una biblioteca con casi 4.000 m² ha sido nominada al premio, ya que las últimas bibliotecas ganadoras disponían de una superficie mucho más extensa, como la Oodi Helsinki Central Library (Finlandia) con 18.000 m².

La “Gabriel García Márquez” ha sido la ganadora por la buena valoración de los siguientes indicadores: la interacción con el entorno y la cultura local, la calidad arquitectónica del edificio, la flexibilidad de los espacios y servicios, la sostenibilidad, el compromiso con el aprendizaje y conexión social, la digitalización y soluciones técnicas de los servicios, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca Naciones Unidas y la visión global del servicio que establece la IFLA.

Desde las bibliotecas del Bubisher queremos felicitar a la biblioteca “Gabriel García Márquez” y a la red de bibliotecas de Barcelona y les proponemos un viaje aún más al sur, a los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf.

Allí florecen en cada una de las cinco wilayas sendas bibliotecas y una red de bibliobuses y en el exterior miles de kilómetros cuadrados que, lejos de empequeñecerlas las hacen inmensas. Las bibliotecas se construyeron a lo largo de los años y en su diseño colaboraron arquitectos como Clara Bailo o Roge Martín; sin remuneración, pagándose el viaje y trabajando durante meses con la cuadrilla. Alrededor de 30 bibliotecarias y bibliotecarios, conductores y guardianes saharauis trabajan en este proyecto.

Una vez, una duna se fue aproximando a una de las bibliotecas, se recostó sobre una de las paredes y se asomó por la ventana. Tuvimos que dejarla leer lo que quisiera y hacer otra biblioteca nueva en otro lugar.

En algunas de ellas un gran patio permite el aterrizaje y despegue de alfombras voladoras y los conductores de los bibliobuses cuando descansan se acuestan cerca de su vehículo sobre una estera, hasta que les alcanza el sueño contemplando las estrellas.

 

Por supuesto que los libros están debidamente tejuelados y clasificados por materias y cada vez hay más en árabe, porque nuestros bibliotecarios van a la Feria del Libro de Orán para ampliar los fondos y existe el servicio de préstamo. Además, cualquiera que necesite impartir un curso sobre higiene, primeros auxilios, cine, teatro, medio ambiente u otra materia tiene disponibles las salas de las bibliotecas.

Estando en medio del desierto, se han vuelto tan interesantes para los seres vivos que algunas mariposas en su migración anual han decido visitar los pequeños jardines de que disponen y en los que prosperan -de un modo un tanto desordenado- diversas plantas, incluidas varias jóvenes palmeras. Y hay duchas.

Pero el mayor atractivo, más allá de los edificios, los ordenadores, las mesas y estanterías (que fueron adquiridas gracias a una campaña de donaciones), o el fondo bibliográfico…son las lectoras y lectores: alegres, imaginativos, dispuestos a recrear y contarte el cuento que han leído; viajeros impenitentes por todos los parajes del mundo. Con sus ojos penetrantes escudriñan todo lo que tienen a su alrededor. Unas veces acuden desde las escuelas, en actividades programadas junto con los maestros, otras vienen desde las casas o desde las jaimas de la wilaya.

Hay bibliotecas que se construyen para que te encuentres como en casa y eso está muy bien. Hay bibliotecas que se hacen para que te encuentres en el mundo…y eso es algo extraordinario.

Emilio Sánchez

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