LA NIÑA Y EL CABRITO

Mi nombre es Yamila y este es mi cabrito, Bu-Zueidat, sólo tiene dos semanas. Todas las tardes cuando salgo del colegio voy a los corrales, y lo llevo conmigo a la jaima. Um-shama, la mamá de mi cabrito, chilla, grita, llora, se desespera e implora que deje con ella al cabrito, pero yo siempre le digo que sólo quiero cuidarle  y enseñarle a leer.
Conmigo no pasará frío, ni hambre. Por la noche le doy un cuenco lleno de sobras de luarga, (hojas de té verde), que Bu-Zueidat come con gusto y lo tapo con una manta gruesa, le cuento cuentos de shertat y el erizo y le acaricio hasta que duerme y me duermo yo también.
Algunas noches Bu-Zueidat, hace pis sobre la alfombra,  como hacía yo cuando era muy niña, pero yo no le regaño como hacían conmigo  y se levanta temprano, más temprano que la abuela. Me imagino que le dará vergüenza  que todos se enteren de lo que ha hecho. Entonces le llevo a los corrales para que esté con su madre, Um-shama; hasta el atardecer.

Desde que nació Bu-Zueidat soy feliz. Él es el único amigo que tengo. Los niños y niñas del barrio me rechazan. No sé por qué. Algunos me golpean sin motivo. Otros me gritan, que soy una hija sin padre, pero mi mamá dice que no es verdad.
Sólo son rumores de la gente, me insiste.
Mi abuela también dice lo mismo, y cuando se lo cuento a Bu-Zueidat, él se queda calladito, pero ¿Qué sabe él? Y cuando le pregunto a Um-shama, ella chilla y grita: bla,bla, bla… Yo las creo.
Ya me da igual. Ahora tengo a Bu-Zueidat y los dos tenemos muchos libros para leernos cada noche.
Liman Boisha   

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