LA ESTACIÓN DE LA ATENCIÓN PLENA

Si Arnold Lobel hubiera conocido los campamentos de refugiados saharauis, sin duda habría tenido que imaginar una quinta estación. En una de estas fotos una maestra saharaui lee la historia de Sapo y Sepo en la que este autor describe la amistad de dos entrañables personajes con el hilo conductor de las cuatro estaciones del año.

Estos niños saharauis viven en la estación de la atención plena. Todo despierta su curiosidad, cualquier cosa les permite volar…incluso hacia la primavera, hacia la nieve o hasta las hojas del otoño. De modo que no necesitan ir a ninguna semana blanca, porque ellos pueden viajar a donde quieran.

Ahí tienes a uno en la primera fila. Prácticamente no se sienta. Está dispuesto a catapultarse hasta el infinito. Va armado con un bolígrafo que le sirve de talismán.

Hace muchos años fui a la biblioteca Bubisher de Smara dispuesto a contar algún cuento a los primeros lectores que encontrara por allí. No fue necesario. Fueron dos lectoras de nueve o diez años las que me estuvieron contando historias durante toda la mañana y en ellas había tigres y una mariposa (“farasha”)

Y, como esa mariposa, podían cambiar de piel y dejar atrás las cosas que nos impiden volar.

Por eso, cuando veas a un niño saharaui que acude por la mañana muy temprano a la escuela, no te sorprendas si lleva una gran mochila o una voluminosa cartera. Ahí lleva alas, sueños, esperanza. No busques, no encontraras miedos.

Emilio Sánchez

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