Los romanos llamaban a la escuela ludus, y los griegos σχολἠ (scholé); ambas palabras las podríamos traducir por ocio, divertimento, juego. Y de ahí nos vienen vocablos como lúdico, ludopatía o la propia escuela, y hasta la escolástica. Y algo debían saber de esto los antiguos pues todos, y los que nos hemos dedicado a la docencia especialmente, sabemos que cuando un niño disfruta en clase, juega en clase, es cuando más aprende. Las más áridas operaciones matemáticas o los más complicados análisis sintácticos de nuestros jóvenes estudiantes se suavizan con el caramelo del entretenimiento, no exento de aprendizaje; ese envoltorio, dulce y atractivo, rompe la barrera del desinterés y la poca motivación; cuando una maestra logra “engañar” a sus alumnos con ese viejo método del juego, ya los tiene ganados para su equipo, las cosas vienen rodadas y todo es más fácil.
Fijaos en estas fotos: unos cuantos chavales de nuestras bibliotecas están jugando-aprendiendo con el magnífico material que les han mandado los amigos de la escuela Daina-Isard, de Olesa: “De bubisher a busbisher…”, un juego mezcla de la oca y del trivial con preguntas y pruebas sobre unas fichas de naturaleza que tienen desplegadas en la mesa: leo, me traducen al hassanía lo que no entiendo, miro los preciosos dibujos de animales y estrellas, me explican cómo funciona eso de la tormenta, me entero de cómo se forma el arcoíris y de cuántos colores tiene, tiro el dado, acierto, avanzo casillas, espero mi turno mientras veo cómo mis compañeros no saben cuántas patas tiene una araña, jajaja, me toca tirar de nuevo, ¡cielos!, me ha salido cárcel y tengo que volver al punto de partida, mala suerte, qué fácil, a ellos les ha tocado imitar el sonido y el movimiento de una serpiente, así gana cualquiera, tiramos nosotros, un seis, de bubisher a busbisher y tiro porque quiero aprender, ahora sí que les pillamos, esta es fácil, tenemos que representar entre todos los del equipo un encuentro entre un meteorito y unos dinosaurios… Pero si ya son las 6, se nos ha acabado el tiempo; Hamdi, ¿mañana podemos seguir jugando?
¿Jugando? Claro, y aprendiendo. Mañana más.
Javier Bonet