HAY FLORES EN LA HAMADA

Crecen en la mente de los niños y las niñas, se dejan ver a través de sus manos, se refugian en los libros de los que salen a menudo para iluminar una historia. Se muestran vivas y alegres en los jardines de las bibliotecas, como queriendo decir que lo más difícil no es imposible.

Sí, hay flores en la hamada, a pesar de la dureza de la tierra, del brutal siroco, de las temperaturas extremas. Lápices de colores, cuentos que hablan de la naturaleza, imaginación a raudales y semillas de esperanza forman el abono necesario para que lo que parecía imposible se haga realidad.

Pero claro, todo jardín necesita un jardinero y en el Bubisher tenemos a los mejores, porque bibliotecarias, bibliotecarios y guardianes cuidan con mimo las flores, tanto las que crecen en la tierra como las que lo hacen en la imaginación de los niños y las niñas.

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