En las manos de un niño
un libro es como un pájaro,
cuyo corazón palpita
con un ritmo muy pausado.
Entre cuentos y leyendas,
se dispensa mucho amor:
niñas y niños aprenden
que sí hay un mundo mejor.
La imaginación de un niño
se alimenta de aventuras,
que vive en la biblioteca,
embebido en la lectura.
Las bibliotecarias brillan
con luz propia, como hadas
que a niñas y niños prendan
con dulces sonrisas mágicas.
El Bubisher no es un libro,
pero un libro sí es un pájaro
con el que niñas y niños
emprenden vuelos muy altos.
Si un niño lee en voz alta
y otros, atentos, escuchan,
después sabrán compartirlo
en animada tertulia.
Aunque nunca se flaquea,
a veces llegan refuerzos:
son los del voluntariado,
con atractivos proyectos.
La enseñanza en libertad,
como con libertad se juega,
es el quehacer cotidiano
en todas las bibliotecas.
Hay belleza en cuanto se hace
con pasión y con ternura,
como en las bibliotecas
se difunde la cultura.
De la jaima a la escuela,
de la escuela al Bubisher.
del Bubisher a la jaima:
se pasa el día muy bien.
Fernando Llorente