EL GUARDIÁN Y LAS NIÑAS DEL BUBISHER

 

UN GUARDIA DE SEGURIDAD DESFIGURA EL CUADRO DE ANNA LEPORSKAYA, TRES FIGURAS, VALORADO EN MÁS DE UN MILLÓN DE DÓLARES.

Selena Mattei |  15 feb 2022 

El responsable fue el guardia de seguridad, que se aburrió en su primer día de trabajo. Acababan de contratarlo, pero eso no le importó y apenas unas horas después de comenzar su turno tomó un lápiz y provocó un escándalo. El hombre no tuvo temor en afirmar que estaba «aburrido» en su primer día de trabajo. «Vi cómo reaccionó la gente, y vi estudiantes de 16-17 años parados allí diciendo por qué no hay ojos, ni boca, ni belleza», dijo Aleksander Vasiliev sobre el daño. Una de las chicas del grupo le preguntó. “¿Este es tu trabajo? «Sí”. “Me regalaron un bolígrafo. Dibujé las pupilas de los ojos. Supuse que era solo una colección de sus obras de arte de la infancia!»

Y más de una década después, el frustrado artista de Ekaterimburgo ha sido vengado por unas niñas saharauis. La pintura muestra tres siluetas, que se presentan sin rostro, son personas de frente, pero sin ojos ni boca ni nariz, sin rastro alguno de expresión. Y ellas pensaron lo mismo que el bueno de Eugeny, vamos a darle un poco de vida a esas figuras, a esas personas, que rían o que estén tristes, pero que estén vivas.

Su intención era la misma, arrebatarle a los dioses la facultad de insuflar vida y alma, emular al Dr. Frankestein, ser un moderno Prometeo y modelar nuevos seres humanos. El titán lo hizo con arcilla, Mary Shelley utilizó la electricidad, el guardián ruso un lapicero, y nuestras chicas unas cartulinas. ¡Qué más da!, pero ¿sabéis qué? Todos ellos querían hacer su obra saltándose las reglas y lo pagaron: a Prometeo lo encadenaron en el Cáucaso, el monstruo (¿?) es castigado acabando él mismo con la mayoría de sus seres queridos y cubriéndose de odio, ira y venganza; a Eugeny le metieron una multa de las gordas, y a nuestras niñas…

No, nuestras niñas son mucho más listas, han utilizado material sagrado, cartulinas y pinturas, el eterno material infantil que cada tarde en las bibliotecas del Bubisher es capaz de crear y recrear mil y un mundos mágicos y cientos de personajes que cobran vida en la imaginación de los niños saharauis que, aunque habitan en su Cáucaso particular, son capaces de crear vida, y alegría, y felicidad incluso en los rostros más tristes.

Tal vez algunos piensen que en los campamentos no hay ojos, ni boca, ni belleza. Mentira, claro que hay, y si en algún momento faltasen, ahí tenemos a esas tres guardianas del museo dispuestas a agarrar sus lápices y sus cartulinas y cambiar rostros tristes por máscaras de carnaval. Estas, capaces son de convertir El grito, de Munch, en un zaghareet de alegría y envolver a  Las Meninas en melfas de colores divertidos a la par que obligan a La Gioconda a trastocar su media sonrisa en una carcajada eterna. Como su imaginación.

 Javier Bonet

 

 

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