Marcapáginas que marcan vidas.
Hace ya tres años, los alumnos del Menéndez Pidal de Coslada aceptaron el reto propuesto por su directora y por el Bubisher: un pequeño esfuerzo individual, hecho gozosamente, para juntar todos esos esfuerzos y construir una biblioteca en los campamentos. Y lo lograron, y el Nido del Bubisher en Bojador lleva con orgullo la placa que así lo atestigua, y espera (algún día) la visita de aquellos niños, convertidos en hombres y mujeres. Para tan gran objetivo, solo tenían que hacer cada uno cuatro marcapáginas: alegres, bonitos, llenos de vida, listos para habitar los libros que están en la base de su propia formación como seres humanos.
Y este año, el CRA de Tapia y Castropol, en Asturias, siguió aquel ejemplo para darles a sus niños la consciencia de la fuerza de su unidad. Para algo así hace falta que los escolares sientan otras complicidades: la de sus maestros, la de los que dirigen el CRA, la de sus padres y hermanos, y, por fin, la de sus vecinos y amigos. Y así, por milagro, toda una comarca se pone en marcha, y el aleteo de una mariposa hace que lluevan libros a tres mil kilómetros de distancia.
En esta ocasión el objetivo no podía ser tan ambicioso, pero en la exacta medida de sus posibilidades han asegurado el sueldo de un mes de los dos bibliotecarios de uno de los tres nidos del Bubisher. Como antes, este mismo año, lo hicieron el colegio de Nava o el Instituto de Llodio, como tantos otros a lo largo de estos años.
El Bubisher está muy orgulloso de financiar así, de una manera tan sencilla, la construcción de bibliotecas, la contratación de personal joven saharaui que se siente comprometido con el futuro cultural de su propio pueblo. Sin subvenciones ni caridad, solo con solidaridad.
Y hoy, en una estantería o una mesilla de noche del Occidente de Asturias, seguro que hay un marcapáginas reposando en un libro. Marcapáginas que marcan vidas.








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