EL CORRO

Estas dos imágenes nos trasladan a nuestra infancia. ¡Quién no ha jugado alguna vez “al Corro”!

Edward Potthast, pintor estadounidense que adoptó la paleta impresionista al final de su carrera, es conocido por sus pinturas de niños en ocio. Tanto el pintor como el fotógrafo tratan de captar el instante en que los niños están jugando.

Lo que más nos llama la atención de estas imágenes es la diferencia de paisaje y colorido.

La luminosidad de un día primaveral con la verde pradera salpicada de flores, el azul celeste y la frondosidad de los árboles nos hablan de un mundo en abundancia que contrasta con la otra pradera árida, ocre, con postes de la luz como árboles. Es la imagen de lo olvidado, descuidado y pobre.

Pero hay algo que une a estas imágenes , algo maravilloso, único, con fuerza , con esperanza… un grupo de niños jugando.

Jugar al corro es un mito dentro de los juegos tradicionales, se suelen transmitir de forma oral de unas generaciones a otras; por eso, de un mismo juego cabe encontrar más de una versión.

Se suele jugar al aire libre como muestran las dos imágenes, aunque también en espacios cerrados cuando el tiempo no lo permite.

Los niños entrelazan sus manos “ mano con mano” formando un círculo. Todo el juego se desarrolla en ese círculo. Este gesto inocente pone a prueba la cooperación y coordinación del grupo.

Las canciones que aparecen en estos juegos, dan el nombre al juego que suele ser tomado de la primera estrofa o del estribillo de la canción.”La chata Merengüela”.

Jugar al corro favorece el sentido del ritmo y la coordinación de movimientos, así como la atención, la memoria, los usos lúdicos de la lengua, las imitaciones y las representaciones. “A la rueda, rueda”

Levantarse, agacharse, sentarse, correr o a veces la simple comunicación entre sus miembros constituye la base de este juego que es de lo más divertido. “Al corro de la patata” “El patio de mi casa”.

Los juegos de corro son un buen exponente de lo que significa la gratuidad del juego. El fin del juego es el juego en sí mismo, el placer que produce la sensación lúdica y las sonrisas que vienen de esa sensación.

Pero lo más importante del corro es que fomenta la amistad y la unión entre los niños, preparándoles para unas relaciones sociales basadas en el respeto y la complicidad.

Cándida Santiago

 

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