Ya están allí. Un equipo en Dajla, otro en Smara, otro en El Aaiun, subiéndose en marcha al AVE del desierto, aportando vitamina, con V de Voluntarios, al trabajo de toda la plantilla saharaui en los cinco campamentos. Ayudando, que no ordenando. Aprendiendo, que no enseñando. Disfrutando, que no sufriendo. Es verdad, hubo un tiempo en el que los verbos estaban al revés, pero como dice Limam Boisha, tras 15 años de duro trabajo de los de aquí y los de allí, el Bubisher es ya una realidad imparable, llena de vitalidad, de ganas de hacer cosas. Cosas de las que nacerá una generación de saharauis despiertos, creativos, cultos y dispuestos a ganar la batalla de las ideas, a darse a conocer ante el mundo como un pueblo que ama la cultura. Con realidades tan hermosas (y si se miran las fotografías, tan asombrosas, como la nueva biblioteca, el nuevo Nido del Bubisher, ahora en El Aaiún. Desde aquí seguiremos con el corazón a mil vuestro trabajo, día por día, hora con hora, mano con mano.