Aquí y allí, en el desierto y en la Mancha, la intensidad del pueblo saharaui ha llegado. La intensidad de su cariño, de su gente y de sus niños hace que cualquier actividad sea un éxito. Sumado al contexto de literatura y de gente entrañable, como lo son las personas que rodean y trabajan en Bubisher, los sueños son fáciles de alcanzar. Digo sueño porque este proyecto nace de un sueño personal de unir infancia, Sahara, literatura… Este sueño consiguió hacerse realidad gracias a un grupo de amigos que se incorporaron a él con la misma intensidad con la que nació. Juntos pudimos compartir sonrisas.. Las sonrisas que ellos, a pesar la vida tan dura que tienen, nos traen verano tras verano gracias al proyecto de Vacaciones en Paz. Más tarde esta experiencia viajó de regreso a los niños del CEIP San Juan Evangelista, nuestro colegio.
Este proyecto, este sueño, comenzó con un viaje a Sahara, un viaje cargado de amor, de ilusión y alegría aunque también de incertidumbre de muchos de nosotros al ser la primera vez que lo realizábamos. Queríamos llevar algo más que comida, ropa, objetos… que aunque importantísimos, no lo son menos que las palabras, que los sueños, las aventuras, las historias, las risas… y eso bien lo sabe el personaje de un gran cuento como es nuestro amigo “Frederik”.
El “vehículo” para este regalo de vuelta no podía ser otro que Bubisher, y nos subimos en él.
“¡Sahara sí!¡Por una sonrisa!” ha sido un proyecto sencillo, de aquí y de allí. Consiste en una sencilla historia de una payaseta, Nadira, quien desea hacer sonreír a los niños. Uno de sus viajes será Sahara, donde llegará triste porque quiere ser payasa y no tiene nada para serlo. Poco a poco conseguirá convertirse en payasa y aparecerán sus amigos del circo (mago, duende, malabarista, duende, forzudo…) Estos personajes darán alegría a Nadira y a los niños que la acompañan.
Esta historia nos abrió el corazón de Bubisher y el de todos los niños y gente maravillosa que encontramos en Smara, Bojador y Auserd.
Esta gran experiencia, unida al inolvidable viaje a Sahara, hizo que de regreso nos planteáramos traer un trocito de Sahara a Sonseca, a nuestra gente, a nuestro pueblo, a nuestro cole. Y así hemos tenido la suerte de poder hacerlo. No sólo contando nuestro viaje a los adultos, sino llevándolo a nuestros niños de aquí. Muchos de ellos reciben a los niños de Sahara en su pueblo, en su piscina y algunos en sus casas.
Lo hicimos gracias a la Semana Cultural del CEIP San Juan Evangelista, dedicada a los refugiados, y a la implicación tanto de los docentes, como algunos componentes de la Asociación de amigos del pueblo saharaui.
Las actividades han sido varias y todas ellas diferentes y enriquecedoras. Destacaremos las siguientes:
Una exposición del viaje a Sahara por parte de dos niños del mismo colegio citado anteriormente, Pablo y Gonzalo. Dos niños de 6º de primaria que tuvieron la suerte de viajar al campo de refugiados saharauis y por lo tanto contar en primera persona sus propias vivencias a sus propios compañeros y a los niños de infantil. Se centraron en cómo viven los niños de Sahara, sus dificultades, tipo de vida, rutina, juegos…También contaron su experiencia en el bibliobús y en las bibliotecas que tuvieron la suerte de visitar y colaborar. Para ellos fue muy gratificante y bonito poder transmitir a los demás lo que allí habían vivido y sobre todo contarles la vida de sus amigos de Sahara. Fue una experiencia maravillosa para grandes y pequeños. Los pequeños quedaron asombrados y en su juego diario en días posteriores hablaban de Sahara, de la ausencia de agua, de las dunas, del té, de las melfas. Algunos de ellos juegan a ser de Sahara con gran cariño y respeto, objetivo fundamental de nuestra escuela y de nuestra sociedad.
Otra bonita actividad fue la presencia de una jaima en nuestro patio del cole. Apareció un lunes junto con una carta en cada aula, en ella les avisábamos de su presencia y de un amigo saharaui que nos la dejaba unos días. Él quería mostrar a los niños dónde vivían, cómo… a través de su vivienda, sus costumbres, vestidos… Esta causó gran expectación en los niños grandes y pequeños y nos dio la oportunidad de traer el trocito de Sahara que nos habíamos propuesto. Contamos cuentos en ella, escuchamos su música, nos vestimos como ellos y en general conocimos y nos acercamos a los saharauis. No solo a su injusta situación, como refugiados que son desde hace 40 años, sino a sus costumbres, su cultura, su música… y es que como dice Benjamín Franklin: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.” Y no hay nada mejor para respetar que convivir, que tocar, que sentir…
El problema de los refugiados es un problema que afecta a muchos seres humanos, a muchos niños y la Semana Cultural, dedicada a ellos, ha conseguido que los alumnos del CEIP San Juan Evangelista sepan lo que significa ser refugiado, desarrollando así algo necesario como personas y como sociedad: la empatía.
En la hora del patio la jaima ha sido el centro de atención, todos querían quitarse las zapatillas para entrar, para bailar, para hacer té, ponerse los collares… Todos eran parte de ese corazón de Sahara, de esos niños que soportan 50 grados en verano y que desde hace 40 años esperan que los mayores den una solución justa a su situación.Y para terminar me gustaría destacar que pequeños proyectos como éstos, los pequeños logros, pueden llevarse a cabo gracias a gente que sigue soñando y cree que con su granito de arena puede hacerse un mundo mejor. A gente que confía en la infancia, en su educación como la base para construir un mundo mejor, donde el respeto, la tolerancia, la cooperación y la igualdad no tengan que destacarse como un objetivo a trabajar, como una utopía, sino como parte integra de una sociedad donde las guerras, los atentados, la pobreza… sea eliminada. Por ello, gracias a los compañeros del colegio, a los amigos de bubisher, a la asociación de amigos del pueblo saharaui, amigos, familiares… que hacen posible esta actividad y todas las que día a día se llevan a cabo en Sahara y en Sonseca.
Con la ilusión, con el turbante, con la jaima, con el té, y con cada momento vivido en nuestro cole queremos conseguir borrar prejuicios y barreras, que no haya distancias ni diferencias entre niños de aquí y de allí.
“Sin educación no hay tolerancia y sin tolerancia no se alcanza la paz”











