8 de marzo de 1991, una mujer saharaui escucha por radio que en medio mundo muchas mujeres como ella celebran su día. ¿Su día? Ella, como muchas otras, lleva más de quince años haciendo de cada día su día, convirtiendo cada uno de sus días, cada una de sus horas, en un ejercicio de superación, de fuerza y de resistencia. Alguien le ha dicho que en unos meses podrá volver a su tierra, a su casa, que todo habrá sido un mal sueño, que podrá criar a sus hijos como hicieron con ella, y que podrá volver a trabajar en lo que le apasionaba. Ser mujer en los campamentos de refugiados es llevar puesta siempre una melfa de superheroína, día y noche. Pero es joven, está cargada de razón y no duda de que llegará ese día.
8 de marzo de 2024, esa misma mujer saharaui, treinta y tantos años después, sigue con su melfa imbatible soñando con lo mismo, con su tierra, con sus hijos, con sus nietos ahora, cuando ve por televisión el color morado que inunda las calles por todo el mundo. Y le siguen diciendo que esto va a cambiar, aunque ella se ha enterado por las redes sociales que la cosa no está bien, que quienes les hacían daño entonces, sigue haciéndolo ahora y, peor aún, que quienes les defendían entonces, ahora les han traicionado de nuevo. Y ya no es tan joven, en su rostro se nota el paso del tiempo y en su pensamiento la zozobra y el pesimismo van ganando terreno. Pero se viste, elegante, con una melfa nueva, morada, para acudir con sus hijas a una reunión en la sede del Bubisher; hoy vienen a darles una charla sobre Mujer y Resiliencia; no sabe qué significa esa palabra, ella sabe resistir y sabe qué papel ha jugado y juega la mujer en el mundo saharaui; sabe, pero no se conforma, que siguen relegadas, como en todos lados, a pesar de ser ellas quienes desde aquel primer día del éxodo han levantado y aguantado estos campamentos, y no han decaído ni un solo día, ni una sola hora.
Durante el recorrido de su jaima al Bubisher se ha levantado un fuerte viento que hace volar su melfa. El morado inunda de rabia toda la wilaya.
Javier Bonet