Ayer los termómetros ya llegaban a los 35 grados, y eso que estamos aún en abril. Pronto rebasarán los cuarenta, y luego los cincuenta. Cincuenta, sí, como los cincuenta que llevan viviendo en esas condiciones los refugiados saharauis. Sobreviviendo. Pero es que ayer el viento fue tan fuerte y destructivo que obligó a las autoridades a cerrar las escuelas, a amarrar todo lo amarrable y a aguantar. También las bibliotecas del Bubisher tuvieron que cerrar sus puertas, claro.

Sí, YA ESTÁ BIEN. No hay intereses de estado que justifiquen un abandono tan cruel, tan injusto. Ni pactos entre reyes “hermanos”, ni geopolítica: nada.

Bubisher estará a su lado, porque Bubisher es la sociedad española, es la gente de a pie. Pero queremos que se les devuelva su tierra; no que vuelvan a su tierra, porque su tierra está invadida, reprimida, queremos que se la devuelvan para poder edificar allí su propio futuro.

El viento que asola los campamentos es el viento de la ira contenida, del grito silenciado. Sigamos, seguiremos, pero alzando la voz. Ya lo estuvo siempre, desde 1976, pero ahora, más que nunca, YA ESTÁ BIEN