Y LLOVÍA, Y LLOVÍA…

 

Una lluvia fina y tranquila empapó la tierra y se coló por las rendijas de viviendas y colegios, apagó las luces y , aunque parezca mentira, llenó de alegría a quienes desde el 2015 a penas vieron caer unos cuantas gotas sobre los campamentos. Se cerraron las escuelas un par de días y los niños y niñas aprovecharon para disfrutar de juegos y paseos, de excursiones con sus familias. Todos celebraron la llegada de la ansiada lluvia que reverdecerá la badía generando pasto para los camellos.

 

 

 

Sentir bajo los pies descalzos el frescor de la tierra, estrenar un paraguas, dejar que las gotas de agua resbalaran por sus asombradas y sonrientes caras fue hermoso y dio lugar a que en las bibliotecas hablaran de a lluvia, del arco iris, de las nubes. Del valor incalculable del agua.

 

 

 

 

 

 

 

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