Ese muro está camino de los baños, ahí no; y el otro está atravesado por el cable de la luz. Entonces ahí. Convertiremos el cable en estante y dibujaremos un gato más pequeño rodeado de libros arriba y abajo, que recuerde a aquellos gatos que adoptaban los eruditos árabes para dedicarles odas con el objetivo de que protegieran los preciados libros de cualquier ataque. ¿Y el andamio? Mañana viene, nos lo dejan de una casa nueva que ahora están construyendo porque la lluvia arrasó con la anterior. ¡Vaya! Entonces la parte de arriba tiene que ir rápido.
El mural será la portada del cuento del pacífico gato de Aussserd que custodia libros y atrae palabras de cualquier tiempo y de cualquier lugar para que se queden cerquita de él y se vayan colocando según les dé, como cintas al viento, atravesando la pared, descansando en los lomos de los libros o apelotonadas en mensajes que él mismo se encargará de esconder en su pelaje; mensajes, unos de letras grandes porque hay que tapar pared, otros de letras pequeñas y muy pegaditas porque es un gato atigrado con las orejas centinelas; y que como siguen faltando palabras busca a Hipatia en la sala de lectura y se la tatúa en su cuerpo, y pide a los niños y niñas de Ausserd mas frases para adornar su cola y a las bibliotecarias también para rellenar lomos vacíos; y deja que Enheduana se escape del libro de Irene Vallejo allá arriba a la izquierda para transitar sin perder altura hasta la pared de la derecha y quedarse allá como le corresponde, erigida en lo alto, sacerdotisa de las letras que ahora cuidará también del gato que custodia los libros de Ausserd.
Y vuestras frases, Abida, Laila y Bachir, arriba también junto al poeta saharaui Alal Daf Did que os dejó hace tres años, para que su luz ilumine y recuerde que con sus versos levantó de su declive la poesía en hasanía para luchar por la continuidad cultural de las generaciones saharauis. Y también junto a UMIKO para que sepáis que muchos corazones nunca os olvidarán. Yo prefiero escribir la mía debajo, en el gato, quiero acariciarlo con el pincel. ¡Que chulo, Safía!. Leí que los gatos eran famosos en el arte islámico, que los calígrafos utilizaban pinceles que estaban preferiblemente hechos con el pelaje de gatos de pelo largo que fueron criados para ese propósito.
¿Y algo especial que rompa allá arriba? Un libro abierto para escribir muchas frases. No hay frases y no rompe mucho. Quizás otra cosa, una tetera saharaui con una adelfa como las que brotan ahora en el jardín. La tetera bien, que sea grande, pero una flor no, no. Mejor náanan, náanan, tiene que ser náanan.
¿Y esta poesía quién la va a escribir? Son las últimas palabras con ruedas. ¡Que ocupe mucha pared, por favor. ¡Ufff, no ha sido suficiente!
Más vale que nos ha traído otro té el guardián! Shukran. Esto no está funcionando, las bibliotecas necesitan palabras con fondos para sus bibliobuses, sin fondos no hay ruedas y lo que pongamos aquí debería rodar hasta las dairas lejanas… ¿Y ahora que llegó otra vez la tarde y ya rondan tantas criaturas, risas y un microscopio por aquí, pensamos en algo, Abida? Un último empujón. Un video con mis niños y niñas donde pinceles en mano van a explicar que no pueden acabar el gato de nuestra biblioteca, y después yo me levanto y pido más palabras. Hecho.
¡¡No podemos acabar el gato!! ¡¡Eh, existimos!!
Un gesto con una imagen, y luego, sabíamos que así iba a ser, centenares de gestos más, en árabe, castellano, catalán, euskara, valenciano, inglés,… ¡Uiii, si ya nos estaba quedando bastante anárquico el mural, ahora lo vamos a rematar! ¡Cuánta palabra! Y siguen llegando. Empecemos por repintar un trozo de pared y volver a escribir la poesía grande con letra pequeña para hacer espacio, y continuamos por los laterales. ¡Qué remedio, ya no tenemos andamio! ¡Bienvenido este desorden! Y además ahora que nos vamos os tendréis que apañar con el catalán y el euskara. ¡Tenéis para días!
Antes de que os marchéis, hemos pensado que nos gustaría escribir en hassanía este refrán saharaui. ¡Mira que bien y qué casualidad! Debajo de los libros quedó un espacio precioso que os estaba esperando. ¿Qué significa el refrán? Nos cuesta traducirlo pero algo así como que “si te encuentras en la necesidad de pedir, lo mejor que puedes pedir es Cultura”.
Gracias a todas las personas que rodasteis palabras. Shukran, Abida, Bachir, Leila, Safía, Cheje, niños y niñas de la biblioteca de Ausserd y todas las personas que cogisteis el pincel, por vuestro cariño, participación y cuidarnos con el té.
Koro Azkona y María Pedraza