Y el Bubisher volvió al huevo. (O «El San Narciso y el dedo mágico”)

Ocho años, nada menos.  Hace tanto que ya nadie sabe quién fue. Pero un dí­a de abril de 2003, un niño del colegio San Narciso de Marí­n levantaba un dedo para poder hablar. Y quien contestaba a sus preguntas tení­a muchos dedos que elegir. ¿Qué tendrí­a aquél? Puede que pareciera un pararrayos invertido, a punto de levantar una tormenta, no de recogerla. O tal vez parecí­a lo que fue: un dedo, una varita mágica. Se hablaba allí­ de los niños del Sáhara. El año anterior, los chicos de aquel colegio, un ejemplo de educación en la solidaridad, habí­an recaudado 3.000 euros para comprar audí­fonos para los niños sordos de los campamentos. En aquel curso, sin embargo, querí­an que la ayuda fuera para todos. Quien hablaba se acordó entonces de que no tienen apenas libros, y que cuando no se tienen libros es difí­cil que quieras que te enseñen a leer en español. Y cuando el dedo de aquel niño/mago fue elegido, el alumno preguntó: ¿Y por qué no llevamos un bibliobús cargado de cuentos a sus escuelas?

El resto es, para nosotros al menos, historia. El Bubisher existe porque era necesario, pero ¿de verdad existirí­a sin aquel dedo, sin aquellos niños educados en la solidaridad, que cada semana depositan 30 céntimos en una caja para que siga existiendo, para que siga creciendo?

Justo ahora, cuando se está techando ya el Nido del Bubi, cuando se están empezando a construir sus estanterí­as y se están recolectando y organizando y fichando y trasladando libros, el Bubi ha vuelto a su origen. No lloví­a, diluviaba. Y la tormenta agitaba el mar y el cielo como si se hubieran cambiado los papeles. Pero daba igual: los alumnos esperaban la visita del Bubisher como casi cada año, y cuando llegó, cuando llegaron, saludaron con un «la paz sea con vosotros” clamoroso, que aún resuena. Porque el Bubi volví­a al huevo original. Que los chavales del Sáhara tengan cuentos porque a un grupo de chavales gallegos (y solidarios) se les ocurriera, tiene algo de fábula.

Luego vino el talón, nada menos que 1.000 euros, recogidos solo en el primer trimestre, y quedan dos. Y las preguntas, y los saludos. Y la busca (sin éxito), pero sigue, del que entonces era un niño con un  dedo mágico y hoy debe de estar ya en la universidad. Nos fuimos muchos a seguir en torno a un cocido gallego en medio del diluvio y los truenos. Y pensábamos: este es el camino. Que otros colegios sigan el mismo rumbo, como ya lo hacen varios. Que este precioso (y trabajoso proyecto) tenga su principal sustento en niños. Que sean muchos los profesores y jefes de estudio los que sean capaces de enseñar a sus alumnos cómo los pocos hacen mucho. Y nos ofrecemos para ello, claro está. Es ya mucha la experiencia, y aún es más largo el camino. Cubrimos una cuarta parte de lo que tenemos que cubrir para decir, un dí­a (ojalá que no lejano) que los niños de un colegio gallego cambiaron la realidad de todos los niños refugiados saharauis.

1.171 respuestas a Y el Bubisher volvió al huevo. (O «El San Narciso y el dedo mágico”)

  1. Los niños aprenden de lo que observan. Y son esponjas. Es evidente que al lado de estos niños del Colegio San Narciso, y enseñándoles a caminar en la solidaridad, hay unos maestros magní­ficos, implicados hasta la médula en este esplendido gesto. Para ellos,y para todos los niños, incluidos los que ya están en la universidad, mi respeto y admiración
    Un abrazo

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