¡VUELA, ALFOMBRA MÁGICA!

Hace mucho, mucho tiempo, los cuentos, las poesías , las leyendas… eran recitadas y cantadas por los Aedos del mundo griego. Los Aedos entretenían pero también educaban. Sus historias representaban valores como la amistad, la solidaridad, la hospitalidad.

Cuando apareció la escritura, se creía que la tradición oral se iba a perder, pero no fue así. Pueblos como el saharaui, siguen reuniéndose alrededor de la ceremonia del té para contar historias y recordar hazañas pasadas.

Y es precisamente eso, lo que nuestro bibliotecario Mohamed hace muchas tardes en la Hamada. Se convierte en un Aedo dispuesto a transmitir historias. El bastón del Aedo es sustituido por un libro y su público son los niños y niñas saharauis montados en una “Alfombra mágica” dispuestos a volar a lo largo y ancho de este mundo de de miles de mundos.

Vuelan por el universo de las palabras, se trasladan a ¨El país de nunca jamás”.

¿Qué es eso que se oye?. Son las risas de “Rosa Caramelo” jugando con sus hermanos en un campo de peonias.

Alguien en la alfombra propone, ¡Quiero ir a ayudar a Nadarín! ¡Vamos!

Volando pueden llegar a tocar la luna con “El niño de luz de plata”.

Viajar en esta alfombra mágica conducida por Mohamed, les abre la mente. Les ayuda a conocer lo desconocido, a comprender lo incomprensible, a ponerles en el lugar del otro.

Es todo un descubrimiento llegar al planeta B 612 de “El Principito” por primera vez. Y lo volverá a ser cuando regresen de mayores.

Cuando cae la noche la alfombra vuelve a su lugar en el bibliobús, los niños recogen no sin antes observar que se ha posado el bubisher.

Bubisher que les lleva la nueva buena y les anima a seguir volando con la lectura para encontrar su lugar en este mundo. Un mundo al que le faltan las caricias para el alma, los abrazos a capazos y las sonrisas de colores.

¡ELLOS PODRÁN CONSEGUIRLO!.

Candi

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