
Ayer, casi al mismo tiempo, se reunían todas las bibliotecarias del Bubi en Smara, y los gobernantes de España y Marruecos en Madrid. Todos los saharauis saben que las bibliotecas en las que trabajan cada día son posibles gracias a la gente, y que esa vergonzosa cumbre se basa en la traición de la casta diri-gente. La luz contra la oscuridad. El tiempo y la historia dictarán su sentencia.

Y las bibliotecarias saharauis del Bubi saben muy bien que si todo ese complejo entramado del que ellas mismas forman parte, si son ahora ellas la pieza más importante del engranaje, es gracias a los pioneros que desde 2008 fueron voluntarios. Los primeros, Javier y Óscar, a bordo del primer bibliobús, abriendo el camino a lo que fue una marea interminable de mujeres y hombres que fueron llegando desde cada rincón de España a cada rincón de los campamentos. Voluntarios fueron también Clara y Roge, los arquitectos albañiles que se arremangaron para trabajar con Hamida y Hassana y levantar el Nido de Smara, y voluntarias todas las bibliotecarias de toda España que les dieron los primeros (y los últimos) cursos de formación de biblioteconomía. Ahora ya no son tan necesarios los voluntarios allí, pero sí aquí.

Voluntarias son todas las personas que trabajan en la estructura española del Bubisher coordinando cada día las actividades de las bibliotecas, recaudando dinero para pagar los sueldos y comprar los libros, buscando bajo las piedras piezas para reparar los bibliobuses o comprando nuevos vehículos. Voluntarios cientos, miles de niños y jóvenes que montando una exposición formidable u organizando mercadillos llevan la causa del Sáhara y su derecho a la cultura a sus casas, a sus barrios o a sus pueblos. Voluntarias las escritoras y escritores que escriben con los niños del Sáhara los libros del Bubisher, voluntarios todos y cada uno de sus compradores, todas las maestras y profesores que llevan esos libros a sus aulas. Voluntarios también todas y cada uno de los socios del Bubsher, voluntarios los 500 “teamers” que ponen un euro y un corazón al mes para regar los jardines que dan sombra a los libros.

Una colección de lecciones para esos diri-gentes que venden sin un pestañeo a todo un pueblo, que traicionan el compromiso de España con los que fueron sus conciudadanos que miran ahora, desolados, las fotos de esos encorbatados sonrientes que los venden al mejor postor. No merecen ni vuestra mirada, mirad mejor hacia todos estos voluntarios que os quieren, os queremos cultos y libres; porque la fiesta del voluntariado que hace posible el Bubisher no se celebra el 5 de diciembre, se celebra todos los días desde hace 17 años.






