VIENTO DEL OESTE…VIENTO DEL ESTE

Desde el sur llegó la calima y por unos días la misma turbidez amarilla que nubla los ojos de los saharauis tiñó de ocre las calles de nuestras ciudades, la chapa y los cristales de los vehículos y hasta la nieve recién caída en nuestras montañas. Pero, lamentablemente, esa calima también turbó el entendimiento de algunos de nuestros gobernantes en la cuestión saharaui. Estos gobernantes practican la desmemoria; no les valen las resoluciones de Naciones Unidas, ni el derecho a la autodeterminación de un pueblo, ni los lazos de solidaridad que miles y miles de españoles han ido tejiendo a lo largo de 47 años frente a la inacción de los sucesivos gobiernos.

Esos lazos tejidos por varias generaciones han contribuido a que los saharauis no se sientan solos, a que miles de niños saharauis hayan pasado muchos veranos de sus vidas jugando con niños españoles, o a que en los campamentos de refugiados de Tinduf cualquiera pueda acudir a las bibliotecas del Bubisher, gestionadas por bibliotecarias y bibliotecarios saharauis, a leer un cuento o a charlar con sus amigos.

Y es que la invasión de Ucrania ha sido como un bálsamo del tigre para nuestros gobernantes, todo se explica ya por el viento del Este…unos dicen que “estamos en guerra”, otros afean que se tengan opiniones diferentes sobre las causas de ese conflicto y otros urgen a buscar alineamientos oportunistas ante lo que denominan “un nuevo orden mundial” y se olvidan del viento del Oeste.

Con la reacción europea a la invasión de Ucrania, la UE ha dado una respuesta unívoca y los matices referentes a los intereses de cada país han quedado en segundo plano, presentando por tanto una actitud de rechazo nítida.

Sin embargo en la cuestión saharaui la UE carece de una posición común y varios Estados miembros han preferido tomar decisiones unilaterales cediendo al chantaje del sátrapa Mohamed VI, a pesar de que el propio Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha establecido en diversas sentencias que el Frente Polisario goza de reconocimiento a nivel internacional como representante de su pueblo y que el territorio del Sáhara Occidental no puede contemplarse en el ámbito del Acuerdo de asociación UE-Marruecos.

Nuestro Gobierno repite como un mantra que su nueva postura (en realidad la enésima traición a los saharauis) adoptando la solución propuesta por Marruecos es un esfuerzo serio, realista y creible para resolver el conflicto.

¿Cómo podrán España y otros países europeos exigir el cumplimiento de las presuntas garantías sobre las aguas de Canarias o sobre el uso de miles de jóvenes, muchos de ellos menores, para presionar sobre las ciudades de Ceuta y Melilla cuando ningunean y desoyen las decisiones de su propio Tribunal de Justicia? ¿Es serio?

¿Cree alguien que esas promesas, una vez que las posturas de esos países se han aproximado de facto al reconocimiento por parte de Trump de la marroquinidad del Sáhara Occidental, no vayan a ser papel mojado? ¿Es creible?

Nuestro Gobierno ha “desnudado a un santo para vestir a otro” y ha desencadenado, con una bisoñez diplomática que no tiene excusas, una crisis con Argelia. ¿Es esto realista?

Hoy, 21 de marzo, es el día mundial de la poesía. Muchos poetas saharauis escriben en nuestro idioma, que un día fue también el suyo y que también se habla en los colegios de los campamentos. Desde luego ninguno de nuestros gobiernos en todo este tiempo ha hecho esfuerzo alguno, ni serio, ni realista ni creible para que funcione en los campamentos el Instituto Cervantes que cuenta con glamourosas instalaciones en tantas partes del mundo.

 

Por todo ello el sábado día 26 de marzo acudiremos a Madrid todos aquellos que creemos en los derechos de los saharauis: las madres y padres de acogida de los niños y niñas saharauis que pasan los veranos en España; los que nos oponemos al doble rasero de tantos tertulianos; y los que creemos que ningún gobierno desde la transición democrática ha querido estar a la altura de sus responsabilidades en la cuestión del Sáhara Occidental, trasladándolas sin disimulo a los ciudadanos que les hemos elegido.

 

E.Sánchez Blanco

 

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