Se van plantando jaimas en las bibliotecas.
Hace ya años, Ricardo y Gonzalo inauguraron una en la escuela de Ballobar (capital de los cuentos), y en ella se leyeron tantas historias como amistades y amores nacieron. Luego íngeles Escribano plantó la suya en la biblioteca de O Chouzo de Vigo, y en ella ya leyó poesías Antonio García Teijeiro. Y, ahora ésta del Isaac Peral, de Ferrol, de la mano de Maribel.
Pero hagamos historia.
Un día, hace más de un siglo, un vendedor de caramelos japonés inventó un teatrillo de madera en el que se veían unas láminas , con el texto por detrás, listo para ser leído como si la voz saliera de la ilustración. Lo puso sobre la canasta trasera de la bicicleta, y los niños se apelotonaban para ver aquel prodigio. Luego, les vendía los caramelos. El japonés, se llamaba Kamishibai. Y así se llama ya su invento.
Un día un bibliotecario de León, José Andrés, descubrió el ingenio del vendedor de caramelos, compró una bicicleta, y se convirtió en el «bicicletario» del Kamishibai. Y León se llenó de cuentos.
Un día, José Andrés conoció el Bubisher. Y el Bubi y el Kami se hicieron amigos.
Un día, Maribel conoció el proyecto de los libros en el Sáhara. Y con él el Kamishibai.
Y ya estamos llegando al final: un día, cuando Maribel pensó en instalar la Jaima en su biblioteca, pensó en hacer sesiones de Kamishibai. Con el resultado que veis. Y con esas caras, esas miradas que también veis. ¡El Sáhara en Ferrol! Con un poquito de sol en sus caras y de siroco en su pelo, tales para cuales. Conociéndose para quererse. Jaima y Kamishibai mediantes.
18 abril, 2012 en 2012-04-18T12:56:00+00:000000000030201204
Cientos de niños gallegos han entrado en los corazones que habitan las jaimas. Y han depositado en ellos sus cuentos, sus cartas, su paisaje de mar y de bosques.
Cientos de niños saharauis han entrado en los colegios gallegos para contar su historia de sueños y realidades.
Niños gallegos y saharauis que se están conociendo, que están aprendiendo a verse, a quererse.
Galicia está en Smara y en Ausserd. Smara y Ausserd están en Galicia.
Un abrazo que reduce a la nada las distancias.