UNA BIBLIOTECA CON PALABRAS DE CARAMELO

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¿Y por qué la educación tiene que ser aburrida? Los niños y niñas del colegio Julio Caro Baroja saben muy bien que no tiene que serlo. Y valoran que el Día del Libro de este año no fuera una rutina más del calendario, sino una fiesta. Una fiesta y un encuentro. Sí, ya habíamos recibido en nuestro colegio a muchos otros escritores, entre ellos al propio Gonzalo. Pero que viniera el autor del libro que ahora da nombre (y contenido) a la Biblioteca del centro, era algo distinto. Y nuevo. Era precioso verlos a todos a su alrededor, subiéndosele a las barbas, comprobar cómo algunos conseguían una dedicatoria y se volvían a poner a la cola. Por un día, un escritor era como un futbolista o un cantante de moda.
Hay sin embargo un momento que quienes damos clase en el colegio tampoco olvidaremos, porque da sentido a todo nuestro trabajo. Un momento que no debería acabar nunca, y que me recordaba a la escena de Farenheit 451 en la que los “hombres libro” del bosque memorizan su obra elegida, librando al libro con carne del fuego del papel: es el rato en el que cada uno de los mayores eligió un cuento y se sentó en un rincón del patio para leérselo a un pequeño. Había algo mágico, también de bosque encantado. Te movías entre ellos, y los retazos de los cuentos se iban enredando en tu memoria, ya para siempre. No eran palabras sin ton ni son, eran palabras de caramelo.
Después el colegio se llenó de padres y madres y abuelos y abuelas. Una mañana para sonreír.
Hubo música y teatro. Hubo un violín, tocado por Ivan, alumno de 6º, que esparcía música antigua, tan antigua como nueva, en un discurso secreto, mientras un “dibujante instantáneo”, Marcos Reina, el bibliobusero de Málaga, levantaba esbozos de todo lo que estaba sucediendo, que era tanto. Y una divertida versión en inglés de “La ratita presumida”. Habló Gonzalo, y reivindicó la biblioteca que lleva el nombre de su libro con la misma convicción con la que reivindica las bibliotecas en el Sáhara, diciendo eso que siempre dice (repítelo, hasta que todos lo sepan): leer no es una obligación, es un derecho; el primero de los derechos del niño. Como se lo dijo a las tres mujeres saharauis que por la tarde vinieron con la Asociación de Amigos del Sáhara de Málaga para participar en una charla con padres, alumnos, y con parte del profesorado. Ellas hicieron el té, que circulaba en vasitos al ritmo de la conversación, ellas preguntaron, sonrieron, se sintieron felices por las noticias de la inauguración de la nueva biblioteca del Bubisher en Bojador, y todos salimos más convencidos que nunca de que la apuesta por la cultura como camino para la libertad es más necesaria que nunca. Y allí estaba el cartel, el nuevo nombre de la biblioteca que proclama que somos nosotros mismos los que damos valor a las palabras. Que pueden ser amargas o dulces, y que eso depende de nosotros mismos. Como depende de nuestros niñas y niños que cada vez que crucen el umbral de la biblioteca recuerden que para que cada colegio tenga hoy una biblioteca, muchos tuvieron que luchar mucho. Que la cultura es una fiesta, que cada día tiene que ser el día del libro.

Yolanda Claros

3 respuestas a UNA BIBLIOTECA CON PALABRAS DE CARAMELO

  1. Gracias a Gonzalo por su generosidad y ese día tan mágico.
    Ha sido todo un lujo tenerlo en el colegio…
    Tiene a todos entusiasmados…
    Yolanda

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