Después de 8 años regresé a los campamentos justo el “Día de la Biblioteca”, el 24 de octubre, un día que para mí, como bibliotecaria, siempre ha sido un día muy señalado e intenso. Iba dispuesta a trabajar, sabía que las bibliotecarias y algún bibliotecario me esperaban expectantes porque hacía mucho que no recibían formación y apoyo en el proceso bibliográfico y en la organización de las colecciones. Tenía muchas cosas que contarles, mucha información que transmitir y muchas expectativas: ¿Cómo me encontraría las bibliotecas? ¿Cómo me recibirían las bibliotecarias y bibliotecarios saharauis? ¿Podría desarrollar todo lo que llevaba preparado…?

Ingenua, siempre me siento principiante, ingenua, confundida. Poco a poco, con el paso de los días, fui visitando, conociendo y reconociendo las bibliotecas, todas y cada una. Algunas ya las conocía, como Smara, el primer Nido del Bubisher que organizamos, donde vivimos la emoción de colocar los primeros libros e inauguramos Maite, Ricardo, Memona, Darjala, Fanna, Larosi, Hamida…. ¡Cuántos años hace! También conocía Bojador, que junto a Ruth, Ricardo y Alghailani colocamos y organizamos en 2015, el año de las inundaciones. Y la antigua biblioteca de Ausserd, que ha sido remplazada por un espectacular edificio. Pero no conocía la de Dajla ni la de Layún (como escriben algunos saharauis).

Estos días he podido conocer todas las bibliotecas, curiosear en las colecciones, recorrer las instalaciones y jardines, ser testigo de la vida que se genera en todas ellas, de solucionar con ellos algunas dificultades con el sistema informático de gestión bibliotecaria, de revisar procesos y procedimientos. Pero lo mejor de todo lo más impresionante, lo maravilloso y emocionante, ha sido encontrarme con unas estupendas personas y magníficos profesionales, que me han devuelto la ilusión por las bibliotecas, me han transmitido toda su energía y entusiasmo y me han enseñado mucho, muchísimo.

Como decía al principio (¡ingenua de mí!), creía que iba a enseñarles algo y me han enseñado y transmitido mucho más: el esfuerzo, el trabajo en condiciones adversas y la alegría con la que realizan el trabajo día a día. Me he sentido una más entre todos ellos, me han transmitido un cariño inmenso y un agradecimiento inmerecido. Quiero resaltar en especial la fortaleza y dedicación de las mujeres, que nos dan una lección de ánimo y superación permanente.

Tenemos la suerte de contar con un gran equipo humano, tanto bibliotecarias y bibliotecarios como vigilantes, conductores y por supuesto Hassana y El Wali. Creo que el personal saharaui es el alma/motor del Bubisher.

También quiero agradecer desde estas páginas al equipo español con el que he viajado: Palma, Blanca, Javi, Ricardo. Hemos trabajado muy a gusto, nos hemos reído mucho y han sido capaces de aguantar mi “Abiesmanía” (dícese de la obsesión por el Abies).

Muchas gracias a todas y a todos por vuestro ánimo, vuestro trabajo, vuestra acogida y vuestro cariño.

Ana Julia Salvador

Miembro del equipo bibliotecario del Bubisher