UN PUNTO DE APOYO

Su espalda protegida por un muro que costó mucho levantar, física y financieramente. Sus ojos en un libro, que también costó mucho llevar hasta ahí. Un pie en el aire, el de los sueños; el otro en el suelo, el suyo, aunque sea un suelo prestado. Venimos muchos de trabajar allí con ellas y con ellos, y venimos felices por tanta actividad, por tanta vida, por los jardines y las salas de lectura llenas; por tantas y tantos niños que han emprendido en cualquiera de las cinco bibliotecas el camino hacia sí mismos, únicos y al mismo tiempo parte de un pueblo. Sí, pero aunque así no fuera, si la cosecha no fuera tan abundante, esta sola imagen compensaría todo el esfuerzo y el cariño de tanta gente. Porque un solo punto de apoyo es bastante para mover el mundo.

Gonzalo Moure

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *