Hay días en los que parece que los astros se ponen en línea y rasgan los nubarrones dejando que la luz entre a raudales.

Días, como los del pasado fin de semana, llenos de noticias que hacen cosquillas en el ánimo y unen, con más fuerza si cabe, voluntades, ideas, deseos comunes de seguir luchando por aquello en lo que creemos.

Eran algo más de las doce del mediodía cuando un puñado de bubisheros, mesa de camping en mano, carritos de la compra repletos de libros y bolsas llenas de  buffs con el logo del Bubisher impreso, tomaban posiciones en la Plaza de Santa Ana para reivindicar con su presencia la importancia de la cultura en el apoyo a la causa saharaui. Limam firmó muchos ejemplares de “Ritos de Jaima”, “La zancada del deyar” se agotó, los buffs, que lucían en algunas cabezas, empezaron a adornar brazos y cuellos  y  se explicó la filosofía del proyecto a todos cuantos, poco a poco, se iban concentrando en la plaza para finalizar una manifestación más menguada que en otras ocasiones, pero luminosa y unida en un solo grito de “Sahara Libre” que blandía cientos de banderas bajo las cuales, los encuentros con los amigos y la solidaridad de todos se movían con agilidad.

Y los actos del sábado, que finalizaron con una comida magnífica por su contenido y por el buen ambiente que reinaba, en la que  Beatriz anunció que ya somos cien socios y Nico apuntó que él era el 101, dejaron paso a un domingo en el que tres hechos se dieron cita a la vez como queriendo decir: Hay futuro y es hermoso.

Mientras en el Colegio Mayor Chaminade, Juan Manuel Morales leía un manifiesto de apoyo al derecho de los saharauis a gestionar sus recursos naturales, en este caso la pesca, nuestros compañeros allí presentes recibían un mensaje de Limam Boisha anunciando el nacimiento de su segunda hija. Y en otro teléfono y en otro lugar,  pero a la misma hora, llegaba la noticia de que el Bubisher III acababa de posarse en el Nido de Smara.

En el Chaminade, una joven saharaui hablaba de una nueva generación que viene empujando fuerte, tomando el testigo en la carrera de relevos hacia el futuro. Y fue en ese momento cuando una voz emocionada leyó el mensaje de Limam y un aplauso prolongado y unánime llenó la sala.

En los campamentos, la voz de Ricardo, tan lejana como próxima, se unía a la alegría de todos y añadía emoción al explicar que los días en Smara y Ausserd se han llenado de trabajo en equipo, de buen ambiente, del deseo de todos nuestros compañeros saharauis de seguir haciendo del Proyecto Bubisher el eje de referencia cultural en los campamentos.

Como alguien dijo estos días, el pájaro de la buena suerte nos sigue guiñando un ojo.