UN LIBRO, UN LECTOR, UNA BIBLIOTECA

“Donde hay un niño, debe haber un libro”, dijo Dora Alonso. Parece una simple frase, pero encierra mucho de verdad.

La cara sumergida en las páginas, el gesto absorto, concentrado, el torso encorvado hacia el libro que sostienen cerca de sus cuerpos. Están sentados en una alfombra sobre la arena, en una silla, en el suelo de su jaima ,dándose un chapuzón de fantasía, de conocimiento y aprendizaje.

Son los niños del Bubisher, en los campamentos saharauis. Ellos saben que cualquier lugar puede ser bueno para soñar, crear, jugar e imaginar.

Un buen día descubrieron la lectura, y ya no hubo vuelta atrás. De pronto les crecieron las alas y volaron.

Nadie puede prohibirles leer, al igual que no pueden prohibirles pensar o imaginar. Son libres  para elegir un libro, escoger el lugar. No hay prisa…

Escogen el momento…

La lectura les mantiene vivos y conectados. Les hace sentirse parte de algo.

Sin duda alguna, para llegar a ese momento de plena libertad han recibido la ayuda de sus monitores – bibliotecarios.

Cada vez que un niño lee, o alguien le lee en voz alta, la serotonina y la dopamina, dos de los neurotransmisores más importantes del cerebro, se activan. Liberan sus emociones: alegría, tristeza, cólera, miedo, sorpresa, amor…

Los bibliotecarios del Bubisher, investigan, analizan y encuentran los libros que puedan desarrollar el hábito lector en el niño, de manera que la lectura se convierta en una actividad placentera elegida libremente.

Todos estos libros están en los nidos del Bubisher, que son nuestras bibliotecas. Lugares mágicos, espacios de paz en los que el tiempo va a otra velocidad.

Los libros que se leen y guardan en estos nidos reflejan los  intereses de sus lectores, sus ideas y definen de alguna manera su personalidad.

Pero las bibliotecas van más allá de ser un espacio, porque cualquier lugar donde hay un lector y un libro, hay una biblioteca

Candi Santiago

Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”

                                     Jorge Luis Borges

 

 

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