Alguna de las muchas bibliotecarias del Bubisher fue, hace más de diez años, una niña como las de la fotografía. Un día escuchó un cuento, y después fue ella la que empezó a leerles cuentos a sus compañeros. Y después voló ella sola, hasta encontrar su lugar en el mundo leyéndoles a los nuevos usuarios de la biblioteca, a los niños que ahora escuchan a su amigo y pronto… Un círculo gozoso, fértil, un presente que no acaba nunca, un futuro que genera más futuro.