Ya están ahí. Desde ayer las cinco bibliotecas vuelven a estar abiertas en horario matutino. Y junto a cada una de ellas, un bibliobús.
Este es el nuevo vehículo de la Biblioteca Pública de Smara. Un Land Rover, sí. Usado, sí, y mucho, con tal vez más de cien mil kilómetros en su contador, pero inmune al calor y al siroco, a los baches (no hay pavimentación dentro de los campamentos) y a la arena. Los “lanrove” se estropean, como cualquier máquina humana, pero se arreglan con un alambre, con cinta americana, y se arreglan siempre, sea cual sea su edad. El Land Rover es el heredero genético
del camello, que tampoco era natural del Sáhara Occidental, pero cambió su historia. En Land Rover fue después el protagonista de su guerra de liberación, y si preguntas a cualquier saharaui por sus preferencias, encontrarás a ese duro camello de cuatro ruedas en lo más alto.
El de Smara, ya tuneado por un artista saharaui voluntario con los colores e imágenes del primer Nido, irá cada mañana a una escuela para sembrar lecturas e invitar a los alumnos a acercarse a la biblioteca, para encontrar en ella el oasis del que hablaba ayer Fernando Llorente. Y no fallará.
Seguramente el capítulo de los bibliobuses es el más costoso del proyecto Bubisher en el día a día. Pero no nos importa el esfuerzo, porque son imprescindibles para el trabajo de sus bibliotecarias, para acercarse por las tardes a las dairas más lejanas de los nidos. Hace poco logramos hacer llegar en una caravana una preciosa furgoneta Ford, y ahí está también, lista ya para el trabajo diario. Y porque son tan necesarios para las bibliotecas pedimos a nuestros seguidores que nos apoyen para su sostenimiento. Una biblioteca sin vehículo, en el campamento, es como una jaima sin camellos en la Badía.
En fin, ya están ahí, las bibliotecas y sus jardines abiertas para el disfrute, sedientas de vida y ruido, y los bibliobuses calentando pistones y rodamientos, hambrientos de libros y monitores…
¡Que empiece la fiesta!