TORMENTA DE ARENA

 

 

Cae la tarde y el sol se desliza hacia el oeste envuelto en polvo. Una vez más, un fuerte siroco desdibuja la nítida imagen de los campamentos. Llueve arena en un tiempo de alerta, en el que las medidas adoptadas para prevenir la entrada del virus invasor conllevan un llamamiento a toda la población para que se queden en sus jaimas. Por una vez, el siroco se vuelve un aliado de la situación.

 

Nuestros relojes se han detenido en una espera incierta. El pueblo saharaui lleva más de cuarenta años viviendo ese parón temporal y ahora, también ellos tienen que retroceder, quedarse en la jaima. Esperar a que pase la tormenta.

 

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