Todavía llego tarde a mi primer día de trabajo en la biblioteca, ya verás. Y mira que le dije a mi madre que me despertara pronto, pero nada. Y es que no me acostumbro todavía a las distancias, me han dicho que está entre la Avenida Juanjo Miera y la calle Gracias Cuba, antes de llegar a la Plaza Pilar Bardem, pero se me está haciendo larguísimo.

Estoy nervioso, el nuevo Organismo Nacional de Bibibliotecas Bubisher me ha nombrado Director en mi ciudad, en Dahla, y es una gran responsabilidad: en los campamentos era más fácil, por la mañana íbamos a las escuelas y por la tarde en los nidos hacíamos actividades para los más pequeños o prestábamos libros. Esto es distinto, ya no me tengo que preocupar de que se llene de arena el ordenador o de que las estanterías estén siempre llenas de polvo, o de que se nos hayan acabado los lápices o el papel.

Esto es otra cosa y, además, es mi sueño, en realidad todavía no sé si estoy soñando pero lo cierto es que ya veo el edificio allá a los lejos, cerca de la Cofradía del Pulpo Saharaui y de la Academia del Hassanía, están los tres juntos, eso me dijeron.

Uff, qué nervios, ya hay gente fuera esperando a que abramos las puertas y además hoy inauguramos a lo grande, vienen muchos amigos desde España, Limam va a leernos sus poemas y Gonzalo presenta su nuevo libro, y me han soplado, aunque es secreto, que, si le da tiempo, tal vez venga el Presidente, que está en Bruselas firmando por fin lo de la pesca. Tengo preparado mi discurso de bienvenida, hablo de lucha y de esperanza, de libros y de gracias, y de sueños, de muchos sueños, de mi sueño…

_ ¡Vaaaaaaa!, Hamudi, despierta de una vez, ¿no querías que te llamase pronto para no sé qué? pero primero, vete a comprar el pan, desayuna, échale un ojo a las cabras, pasa por la haima de tu tía que te dará algo para mí, y después ya puedes irte al Bubisher, que parece que trabajas allí, estás todo el día. Venga, despierta, ¿tanto sueño tienes?

Mucho sueño, madre. Y grande.

Javier Bonet