Míralos. Escriben. Están en el mejor lugar para hacerlo, en una biblioteca. Con una mano y una sonrisa cerca. A quienes nos preguntan en estos días aciagos qué va a ser del Sáhara, les decimos que lo que los saharauis quieran. Y en este querer está la escritura, en la que se tiene que afianzar la cultura propia de su pueblo en contacto con la cultura universal. Estos niños son los que escribirán el futuro, y en sus bolis crecerán taljas y moringas, frondosas, albergando vida. A la sombra de los árboles reales que crecen en los patios de las bibliotecas