SI ME PREGUNTAS QUIÉN ES ESA CHICA…

Se llama Salma y no es palestina, sino saharaui. Es cierto que en este último mes vive con un ojo puesto en Palestina y con el otro en el Sahara, en los campamentos donde está estos días con la familia. No soy quién para hablar del sufrimiento de las mujeres, hombres, mayores, niños y niñas saharauis de los campamentos. Pero ya que me preguntas por esa chica, ella sí que es la indicada para dar cuenta de la tragedia del pueblo saharaui.

Expulsados de sus tierras en 1976en, en su huida hacia el desierto, los saharauis fueron bombardeados incluso con fósforo blanco, como el que utiliza el ejército israelí hoy en Palestina para empujar a los habitantes de Gaza hacia el desierto del Sinay. Salma nació en uno de los campamentos de refugiados saharauis que se organizaron en la “Hamada” argelina, en el de Aaiun.

No soy quién para decirte qué preguntar a Salma, pero si le preguntas por la “Hamada” te contará que nació y creció en ella, en la parte más inhóspita del desierto y que ahí siguen viviendo por la dejadez de la comunidad internacional, condenados a la tortura del olvido, porque la explotación de los recursos naturales es, para algunos, más importante que la vida de las personas.

No soy quién para decirle qué más preguntar a Salma, pero si lo haces, Salma quizás te aclarará que el Sahara Occidental en inmensamente rico en recursos naturales, que sus tierras esconden grandes riquezas minerales y su mar enormes bancos de pescado, y sin embargo esas riquezas no se pueden comparar con el gran valor que guardan los saharauis en sus propios corazones, valor y coraje del cual se sientes orgullosos y orgullosas.

No soy quién para intentar convencerte de la legitimidad de la lucha del pueblo saharaui; pregúntale a Salma y te relatará que la ONU ha validado y revalidado en repetidas ocasiones el derecho de los saharauis a la libre determinación y reconocido la necesidad de la celebración de un referéndum, un referéndum que Marruecos ha negado y sigue negando. Esa negativa, de hecho, es un modo de confesión: negando el derecho a votar, Marruecos reconoce implícitamente que ha ocupado todo un Pueblo, que ha usurpado el Sahara Occidental. Así es que los y las saharauis tuvieron y tienen que exiliarse o vivir en los campamentos, condenados a una dura vida de refugiados y refugiadas, condenados a la nostalgia permanente por la patria perdida.

Ella es Salma, una joven saharaui, nacida en los campamentos de Tindouf, y hoy integrante del proyecto Bubisher en Saharako Kabiak-Nidos del Sahara, lo cual nos enriquece enormemente gracias a sus experiencias vitales.

En este último mes, con un ojo puesto en Palestina y con el otro en el Sahara, sigue por medio de Al Jazeera las espantosas imágenes provocadas por el Ejército Israelí que llegan de Gaza y recuerda cómo esos mismos sionistas ayudaron a Marruecos a construir el muro que separa a los saharauis del Sahara Occidental ocupado del resto del resto de saharauis, y sabe que uno de los drones vendidos por Israel al Ejército Alauita ha provocado la muerte de cuatro saharauis hace poco….

Salma y el resto de saharauis tienen como objetivo volver al Sahara Occidental libres, orgullosos y con la cabeza alta; y conseguirán —Inshallah— algún día volver. Mientras, con saharauis como Salma al lado, no estaría de más recordar la frase de Jean Paul Sartre: “Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”.

Josu Jimenez Maia

Traducido del original en euskera

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