¿Qué soñaran los niños de Gaza? ¿O esa niña afgana sin escuela? ¿Y un joven masalit en Sudán? ¿Qué soñarán las orcas y los osos polares? ¿Con qué soñarán los pájaros? ¿Y un soldado en la zona de Donbás? ¿O aquel anciano saharaui que mira el horizonte de arena donde debería haber mar?
«Hoy, más que nunca, es preciso soñar. Soñar juntos sueños que se desensueñen y en materia mortal encarnen.» Eduardo Galeano.
Hace 34 años que Eduardo Galeano escribió estas palabras. Tal vez hoy, más que nunca, sea una afirmación necesaria. Tal vez hoy, más que nunca, sea preciso soñar. Soñar juntos con un mundo más justo y sereno. No resignarnos, no mirar hacia otro lado, pensar que es posible convertir esos sueños en materia mortal, hacerlos realidad.
Los grandes cambios vienen de la mano de los optimistas y los soñadores. Antes de que existieran las bibliotecas del Bubisher alguien las imaginó. Sus estantes y sus jardines son ejemplo de esos sueños. El sueño de un niño que levanta la mano y pregunta: “Y si allí no hay libros, ¿por qué no se los llevamos?”. El sueño de unos escritores que imaginan, en el dolor de la hammada, un camión lleno de libros y una mujer narrando. El sueño de una niña que sabe que todo pájaro necesita su nido. El sueño de tantas personas que han conseguido allí, donde solo existía la espera y el vacío, crear bibliotecas, bibliobuses, jardines. Mariposas. El bubisher es un sueño desensoñado, es materia mortal encarnada.
«Porque un sueño sólo es sueño
verdadero
cuando en materia mortal
se desensueña y se encarna.»
Versos del poeta Pedro Salinas, de su libro Razón de amor, que alimenta la cita de Galeano. «No rechaces los sueños por ser sueño» es el título de otro poema suyo, de su libro Largo Lamento, que termina con estos versos:
«Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.»
Soñemos juntos. Hoy, más que nunca, no dejemos que el sueño se acabe.
Mónica Rodríguez