QUISIERA SER TAN ALTA COMO LA LUNA

Comienzo este artículo en el beit de Suadu; mejor dicho, en el patio de Suadu, porque me ha echado del beit, ella y mis compañeras de viaje, con la excusa de que tenían que hablar de cosas de mujeres. Bueno, lo cierto es que no me han echado, me he ido yo, que entiendo rápido las indirectas. Y aquí estoy montándole a Abba – le llamo Abba porque no soy capaz de pronunciar su nombre completo – una pistola con avión incorporado que le hace mucha gracia; al tercer disparo el avión de poliespán ha surcado raudo los aires hasta quedarse colgado en el tejado y mi pequeño amigo se ha ido enfadado en busca de su madre.

Y me llega al móvil esta foto para ilustrar el artículo de este mes. Niñas saltando de alegría, como si quisieran tocar el cielo; las acompaña otra niña más mayor que ha venido de lejos, de Catalunya, de Catalunya… a compartir sus risas y su sombrero de paja.

Cosas de mujeres. Unas charlando en el beit de sus cosas y otras saltando como si intentasen romper algún techo, con sus manos y con sus risas. Las de dentro y las de fuera están rompiendo techos cada día: las de dentro, con su trabajo, con sus inquietudes y con su compromiso; las de fuera, con su energía, sus ganas de vivir y sus saltos sin complejos. La mano de Laia es más alta que la torre de la mezquita, más bonita y más cargada de arte, las manos de las niñas extienden sus dedos como si quisieran frenar todo aquello que les impide crecer libres y mujeres; en sus caras se refleja la alegría y el atrevimiento del salto; hay una que, descalza, parece que va a echar a volar, cual superwoman con su preciosa capa roja, hasta alcanzar esa luna de la que habla la canción infantil. No hay mezquita ni nada parecido que pueda impedir su salto ni el de sus compañeras y compañeros. Estos días solo he visto niñas con ganas de saltar, de aprender. Las alas del BUBISHER les sirven de ejemplo y de ayuda impulsándolas hasta los cielos, hasta la luna. Así de altas llegarán a ser.

Y me veo, ya de vuelta acabando el artículo en una habitación de hospital rodeado también de mujeres, unas que luchan por salir pronto de aquí y otras que les dan su apoyo en ese intento. Cosas de mujeres, de mujeres que saltan, que luchan y que están dispuestas a romper los techos que haga falta para alcanzar la luna. Y bajarla si es preciso.

Javier Bonet

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