Desde las entrañas del tiempo se alza la voz de los poetas y huelen sus palabras a tierra fértil, a sabiduría en estado puro. Enraizados con los hombres del libro, hombres del libro también ellos, surgen del silencio amplificado de un pasado ancestral, para convertirse en el eslabón que necesitan las nuevas generaciones de poetas. Son mapa y brújula del vasto territorio de la memoria colectiva.
Escriben en el aire, con la tinta indeleble de su voz, historias de pastores, poemas de la badía, leyendas que se gestaron en el centro neurálgico del Sahara.
Su sola presencia produce un halo de luz que envuelve a quienes tienen la suerte de escucharles. Maestros en el mejor y más amplio sentido de la palabra, referentes de un pueblo en el que la oralidad es un incuestionable patrimonio cultural, son portadores de la humildad que solo confiere la auténtica sabiduría.
Poetas que dejan huella. Hombres que enseñan a vivir, a mirar, a pensar. A no rendirse. A no olvidar.
Fue un auténtico lujo que asistieran a la inauguración de la biblioteca de Bojador, un placer escucharles, una ocasión especial en la que los más genuinos representantes de la cultura saharaui estuvieron a nuestro lado, apoyándonos, demostrando con su presencia que las bibliotecas son esos lugares en los que se encuentran el ayer con el mañana, la sabiduría con las ganas de aprender.
20 abril, 2015 en 2015-04-20T19:25:00+00:000000000030201504
En la foto, de izquierda a derecha, Selma Brahim (Belga), Ahmed El Rubio, Fernando Llorente y Bunana Buseif.