
Me da igual que seas el más chulo de la clase, me da igual que tus amigos te rían siempre las gracias. Si piensas que te vas a salir con la tuya esta vez, lo tienes claro, zanahorio. Y dile a tu colega, el carapasmao, que ni sueñe quedarse con mi libro, que espere sentado en su trono de chulería. De eso nada, ese libro es mío, y de mis amigas. Y no me lo vais a quitar, ya llevamos todos demasiado tiempo aguantando vuestras bravuconerías. Además, ¿qué vas a hacer tú con mi libro?, siempre que te has apropiado de alguno, has terminado destrozándolo, no sabes ni leer.
Y mi libro no es un libro cualquiera, nos ha costado mucho escribirlo, a mí, a mi familia y a todo mi pueblo; de hecho, todavía no está acabado, lo seguimos escribiendo cada día. Si supieras leer, verías que habla de vergüenza, de honor, de resistencia, de mar y arena, de camellos y de té. Está repleto de imágenes, algunas hermosas y otras tristes, pero todas orgullosas, tú no las podrás entender nunca y tu amigo, menos todavía, por mucho que diga que algunas imágenes son suyas. Miente y engaña, no sabe hacer otra cosa. Lo peor es que muchos de clase le creen, o mejor dicho, le creen por interés, no quiero ni imaginarme lo que les dará a cambio: Pero lo peor es que a veces el maestro también le da la razón y mira para otro lado cuando el zanahorio y sus secuaces hacen de las suyas. No hay derecho.
Ni Derecho, que dirían Inés y Juan, unos amigos míos españoles.
Javier Bonet






