Nombres con mayúsculas, nombres con historia. Cada uno la suya. Pequeñas- grandes historias que crecen cada día en hogares regidos por el cariño, sobre un suelo áspero, bajo un cielo a veces abrasador, a veces sobrecogedor, siempre impresionante. Historias que se van escribiendo en dos lenguas, la una materna, seña incuestionable de identidad del pueblo al que orgullosamente pertenecen; la otra, un hilo que les enlaza con los recuerdos de sus abuelos, con las vacaciones de verano, con amigos que les esperan, con familias que les quieren.

Nombres de niños y niñas que cada día encuentran en los libros más razones para unir sus historias cuando Larossi abre el Bubisher, baja las escaleras, las únicas escaleras del campamento, y ellos ascienden hacia ese pequeño espacio en el que Fatimetu les espera, dispuesta a hacerles viajar hasta el interior de otros mundos, con un buen puñado de actividades que les permitirán desarrollar su imaginación y atravesar sin obstáculos la pared que separa la realidad de la fantasía

Nombres de niños y niñas que  suben, guiados por Alghailani, a un autobús que les lleva más allá del horizonte, donde el mar está habitado por peces que hablan de solidaridad, de uniones que hacen la fuerza,  donde los bosques se convierten en espacios para hacer asambleas y tomar decisiones, donde todo lo que parece imposible se puede hacer realidad.

Clubes de lectura que en Smara y en Ausserd crecen creando lazos de amistad y compañerismo, abriendo nuevos espacios de pensamiento, vías de acceso a la comprensión del mañana, del  ayer y del siempre del comportamiento humano, del funcionamiento del mundo y de la enorme importancia de saber que crecer leyendo es un derecho y que leer juntos es un placer.