Nombres propios

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Nadie puede concebir una biblioteca en la que no haya libros. Ni libros que no estén debidamente ordenados en sus estanterías. Ni estanterías que no tengan una señalización clara que nos indique dónde buscar un documento. Ni documento que no esté abrazado por su tejuelo.
Muy pocos se paran a pensar el trabajo intenso que lleva este proceso y, sin embargo, es imprescindible para que el complejo mundo de las bibliotecas funcione con la precisión de un cronómetro.
Las bibliotecarias (y los bibliotecarios) en general, y los del Bubisher en particular, son personas especiales, porque no solo dominan el arte de organizar un espacio que, sin ellas (y ellos), sería un caos, un puro almacén en el que se amontonarían libros y más libros sin orden ni concierto. Es que, además, consiguen que la lectura tome vida dentro de las bibliotecas, que los libros se abran, que de ellos salgan los personajes en sesiones de cuentacuentos, que dancen de mano en mano, que tomen profundidad en los clubes de lectura…
Son discretas (y discretos) y poco dados al protagonismo, vitales y entusiastas, pura energía desplegada en reuniones de equipo en las que toman decisiones de suma importancia.
Gracias a ellas (y a ellos), las bibliotecas Bubisher cuentan con un fondo magnífico, seleccionado con una gran meticulosidad. Y siguen trabajando para que la biblioteca de Bojador también se llene pronto de libros, para dar cursos de formación a los nuevos bibliotecarios saharauis, para seguir manteniendo viva la campaña  “Apadrina un Libro”, que en su día lanzaron Olga y Lucía, bibliotecarias en Zamora y bubisheras de corazón.
Si hace poco decíamos que las alas del bubisher tenían nombre propio, también lo tiene la cabeza: Ana julia, Rommy, Ruth, Lis, Marta, Raquel,  Susana,  Maite, Kabara, Alghailani, Ahmed. Miran, escuchan, hablan, pero sobre todo, piensan. Piensan en los niños, en los jóvenes, en los adultos saharauis, en sus intereses lectores y en la manera de ampliarlos.
Y no podemos olvidar a Jose Andrés que llevó a los campamentos el Kamishibai, ni al equipo de Aragón, capitaneado por Carmen, Chus y Merce, que hicieron  la selección de libros que llegaron con el primer bibliobús a los campamentos, ni a todas las bibliotecas y bibliotecarios que han colaborado desinteresadamente con el proyecto Bubisher a lo largo de estos años .  Como tampoco podemos olvidar a ACLEBIM,  la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles, ni a nuestro amigo Nuno Marçal, bibliotecario luso que nos regaló un lema en el que se concentra todo lo que nos mueve:

“Resistir, insistir e nunca desistir de existir”

A todos, gracias. Gracias por vuestro trabajo, allí y aquí.

3 respuestas a Nombres propios

  1. Sin memoria, no seríamos lo que somos.

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