MASCARILLAS

Es todo muy raro. Tenía ganas de volver al colegio, pero no quería ponerme la mascarilla. Me daba vergüenza, pensaba que todos se iban a reír de mí, aunque en casa me explicaron que mis compañeros también la llevarían. Yo pensaba que era solo cosa de los mayores; es verdad que vi algunos pequeños por la calle que la llevaban, pero creí que solo era para jugar.

Ahora ya nos han explicado todo muy bien, pero me sigue pareciendo todo muy raro. Dicen que tenemos que lavarnos las manos muchas veces y también que tenemos que estar un poco separados en clase. La maestra también lleva la dichosa mascarilla y a todos se nos doblan un poco las orejas y nos da calor. No nos entendemos muy bien cuando hablamos y solo podemos reírnos con los ojos, porque la boca ha dejado de existir.

Sí, todo es muy raro. Hasta el nombre del virus es raro. Dicen que se llama covid19, ¡vaya nombre que le han puesto! Dicen que se mueve por todo el mundo y que, aunque no se ve de lo pequeño que es, resulta más peligroso que una pedrada, que el mordisco de un camello, que cortarse con una lata… y que ataca con fuerza a los ancianos, el muy malvado.

Yo quiero muchísimo a mis abuelos y, por eso, cuando nos han dicho que los ancianos corren mucho peligro si no tenemos cuidado, he dejado de pensar en mis orejas, en el calor, en todo lo que me resulta raro e incómodo. Me pongo la mascarilla sin rechistar y busco en la mirada de mis compañeros y de mi maestra una sonrisa de complicidad.

Fotos: Uita Alien

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