Marino Villa impartió un trimestre de Sonido en la Escuela de Cine Abidin Khaid Saleh, de los campamentos de refugiados del Sáhara el curso pasado. Meses intensos, que dejaron una huella honda y personal. Después volvió a su trabajo en la televisión asturiana. Hace un par de meses, cuando la lluvia arrasó los campamentos, se ofreció al Bubisher para ir allá y cooperar en la reparación de las instalaciones eléctricas, tan precarias, que mantienen el hilo de la vida en escuelas, hospitales y panaderías. Paralelamente, el Bubisher inició una campaña de recogida de fondos para reparar nuestras propias bibliotecas, dañadas por la lluvia, así como aulas de las escuelas más afectadas. Muchos niños saharauis tenían que recibir sus clases en tiendas de campaña aportadas por organizaciones internacionales y Argelia. El propio Bubi aportó 1.000 euros, y particulares y asociaciones como L’Esperteyu completaron un presupuesto superior a los 3.000 euros, que debían administrar nuestro coordinador general en los campamentos, el encargado de obras y mantenimiento, y el propio Marino. Su primer objetivo fue Dajla, donde la lluvia había causado más estragos. Allí reparó la instalación eléctrica de algo tan básico para la supervivencia como la panadería, e incluso tuvo tiempo para preparar todo el sistema de sonido del congreso del Polisario, un acontecimiento en el que la población saharaui tenía mucha ilusión depositada. De allí viajó a los otros campamentos, donde ha hecho todo tipo de reparaciones en escuelas y otras instalaciones, sin dejar de lado a sus anfitriones de Bojador y vecinos, sin medios para abordar sus propias averías.
Y, por supuesto, ha puesto al día las instalaciones de los Nidos del Bubisher, así como nuestros sistemas informáticos.
A Marino le quedan aún más de diez días de estancia, en los que, entre otras cosas, devolverá la luz a la escuela Mahafud Ali-Beiba de Bojador, en penumbra desde las inundaciones.
Marino Villa no quiere fotos suyas en esta información. Es así, siempre discreto, dando todo lo que tiene (que es mucho) donde se le solicita, y sin hacer ruido. Pero no puede impedir que desde aquí le rindamos nuestro emocionado homenaje. Va por ti, marinero en tierra, Marino de la Hamada.








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