MANO CON MANO

Manos que son manos y también pájaros, tortugas, elefantes. Manos que señalan la vida, que se aferran entre sí, que sostienen el peso de sus pequeños cuerpos. Manos oscuras, infantiles, que destacan curiosas entre pañuelos y cabezas de pelo cortado al ras. Por ellas sabemos lo que sueña la infancia. Manos que son mares y son lucha y es un día futuro. Manos que imaginan y construyen. Manos prestidigitadoras. Todo es posible ahora sobre el suelo de la biblioteca del desierto. Porque así, mano con mano, pájaro a pájaro, es decir, biblioteca a biblioteca, se abre una rendija de luz en un futuro que la historia y los gobiernos y los indiferentes condenan al exilio de la hamada, ese desierto de los dos infiernos, esa nada en la que se entierran hasta los sueños. Y sin embargo, las manos, las manos, los pájaros…

Mónica Rodríguez

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