LOS OASIS DEL BUBISHER

No es casual, no. Fue Gajmula, la extraordinaria bibliotecaria de Ausserd, la que descubrió lo que poco a poco se ha revelado como sustancial en el Bubi: los jardines. Ya lo habíamos intentado en Smara, pero aquel pequeño bosquecillo era apenas un detalle ornamental. En la primitiva biblioteca de Ausserd, la que la propia Gajmula mantenía en una lucha constante contra la duna que se la quería tragar, en aquel pasillo yermo, se empeñó en plantar un jardín con adelfas floridas y acacias. Y así se convirtieron los jardines del Bubisher en estratégicos, una enmienda a la tierra infértil en la que tienen que vivir, pequeños pero enormes oasis verdes en los que leer a la sombra de una moringa, en la que sentir el roce de una mariposa en la piel y el de un poema en el alma. Porque para alimentar el sueño de volver, contra la tentación de dejarse vencer, de quedarse, de aceptar vivir en la hammada, tiene que estar muy presente la hermosa naturaleza, el desierto fértil y las playas y el mar que les robaron, que les robamos con nuestra inacción. Una biblioteca con jardín es el sueño de volver a un país con jardines.

G.M.

 

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