En la madrugada del jueves 15 de agosto, tuve el privilegio de presentar el Bubisher en el XXIII Congreso de Bibliotecas Públicas de México, que se celebraba en Rosarito, Baja California. El Bubisher era el único proyecto internacional presente en el congreso, y la conferencia sirvió para hacer más sólidas nuestras relaciones con México, donde contamos con la colaboración de Susana Báez, de la Universidad de Ciudad Juárez y Lourdes Mancilla, que estuvieron hace un tiempo trabajando en la biblioteca de Bojador, y de la joven escritora Nashielli Manzanilla. Las tres difunden nuestros libros y, sobre todo, nuestras ideas llevadas a la práctica. La charla fue como contar el cuento sufí del loco que construyó un faro en el desierto; se rieron de él mientras lo levantaba, pero cuando encendió la linterna apareció un mar lleno de barquitas y pescadores a su alrededor. Eso traté de explicar, que no solo nos lo llamaron, sino que nosotros mismos nos llamamos locos cuando empezamos, en 2008, a levantar no uno, sino cinco faros en el desierto, sin saber entonces lo altos que iban ser esos faros y lo lejos que iba a llegar su luz.
Las jornadas fueron muy ricas en experiencias, y solo con leer los títulos de las demás conferencias se sentía que el Bubisher está integrado en una aventura global para hacer de las bibliotecas lugares vivos, llenos de actividad, de ideas, de nuevos horizontes. Ay de quién siga creyendo que las bibliotecas son “templos del silencio”. Frente a ese silencio decimonónico y el silencio posmoderno de las pantallitas, las bibliotecas tienen que ser caja de ruidos, del ruido de la vida, del gozo. Como era gozoso hablar esa madrugada de las mariposas del desierto que encuentran sus oasis en los jardines las cinco bibliotecas, y decir que es hermoso que los niños no solo acudan a ellos a buscar libros y cuentos, sino también a ver mariposas. Las mismas que sentimos en nuestro estómago cuando comprobamos el cariño y el reconocimiento con el que se ve al Bubisher en ese mundo global de bibliotecas de libros, sí, pero también de cariño y ternura.
G.M.