LOS LIBROS AL SOL

Repetimos una y otra vez que la vida en la hammada es dura, y sobre todo hablamos de los cincuenta grados a la sombra. Pero en invierno esos cincuenta grados se convierten en cinco, tres, a veces 0. Y el aire tan fino del desierto, la ausencia de cualquier fuente de calor, hace que la sensación de frío sea aún más intensa. Igual que en verano es imposible encontrar refugio contra el calor, en invierno no hay donde combatir el frío. Salvo, en algunas horas, al sol. Como ese chico que ha sacado una mesa y una sillica a la Curva de Smara, y disfruta embebido en las páginas de su libro. Como esas dos niñas de Dajla que tienen en el Nido del Bubisher un tibio rincón. Los que amamos la lectura leemos hasta en el baño, con una linterna bajo la manta. Pero así, horneados al sol, los libros saben mejor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *