LAS ALAS Y EL FUEGO

Han nacido a 500 kilómetros de su verdadera tierra, pero han nacido en la que ya es su tierra, la de su generación, como en ella nacieron sus padres. Y cuando ya mayores quieran regresar a la patria de la infancia no pensarán en la Badía o las barcas de Dajla, sino en su campamento, en sus juegos en la hammada, en la amistad que tuvieron con otros dos niños en aquellos años que entonces serán muy lejanos. No tienen la cabeza a pájaros, la tienen a dragones. Eligieron la misma chilaba, no en Zara, sino en el Marsa. Y en el triángulo perfecto de sus cabezas, en sus medias sonrisas y sus seis ojos como faros, está contenido todo el presente y también todo el futuro, todos los futuros posibles. Serán siervos o serán libres; siervos si se resignan a la pétrea inmovilidad, libres si se adentran en los mil caminos de la vida a través del conocimiento, del otro, de lo otro. Guardad esta foto, chavales, porque con los años será el testimonio del instante en el que comenzó todo, o en el que no empezó nada. Ojalá aprendáis de los dragones las alas y el fuego.

Gonzalo Moure

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *